| viernes, 07 de noviembre de 2014 h |

Farmacia Clínica; Farmacia Asistencial; Farmacia Práctica Integrada; Práctica Farmacéutica… Estas son algunas de las asignaturas integradas en los planes de estudio de las 22 facultades de Farmacia nacionales en las que el alumno puede adquirir conocimientos e introducirse, de forma más o menos directa, en la Atención Farmacéutica (AF). En el mejor de los casos, en algún centro deberá cursar de forma obligatoria una asignatura llamada Atención Farmacéutica o bien matricularse optativamente en ella.

Estas diferencias terminológicas ya revelan un primer mal: la presencia dispersa, mucho menos homogénea, de la AF en los planes de estudio de los Grados en Farmacia de las universidades. Un problema, el protagonismo residual en el total de créditos de la titulación, y una necesidad, la de integrar esta práctica en los currículos universitarios para responder a las nuevas competencias profesionales que se reclaman al farmacéutico comunitario, que se puso de manifiesto en una jornada organizada el 5 de noviembre en Madrid por Foro de AF-FC, evento que reunió a docentes, profesionales y colectivo estudiantil. En un balance general de lo debatido, hubo unanimidad en considerar que la AF debe salir de las últimas filas para situarse en primera fila.

A este respecto, para Jesús Gómez, presidente de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (Sefac), basta con ‘tirar’ de estadísticas. “El 85 por ciento de los nuevos graduados acaban ejerciendo en farmacia comunitaria, por lo que la AF debería tener un peso en los planes de estudio acorde a ese porcentaje”, manifestó.

Igualmente, Mercé Martí, presidenta de la Fundación Pharmaceutical Care, consideró que “las asignaturas de los planes de estudio no deben enfocarse tanto en el medicamento como en el paciente”. Por su parte, para Eduardo Mariño, catedrático de Farmacia Galénica de la Universidad de Barcelona, directamente “son insostenibles los planes de estudio que solo se centren en conocer el conocimiento”.

Pero no solo los farmacéuticos, conocedores del día a día asistencial, avisan de la necesidad de dotar mayor protagonismo de la AF en los planes de estudio, sino también los profesionales del futuro. Así, Miguel Vargas, presidente de la Federación Española de Estudiantes de Farmacia (FEEF), coincidió con Martí en que actualmente “los graduados salen formados para ser químicos, pero no para atender a los pacientes” y solicita que las universidades “se quiten esa mochila del pasado”.

Desde las instituciones docentes se reconoce los beneficios de una mayor integración de esta práctica en los planes de estudio, pero se avisa de las dificultades de romper con ese pasado. “La elaboración de los planes de estudio es muy complicada y en especial, introducir cambios; ningún departamento quiere perder un solo crédito de su asignatura”, indicó durante la jornada Pilar Aranda, profesora del departamento de Fisiología de la Facultad de Farmacia de Granada. A criterio de esta catedrática, “con la actual estructura del Grado, quizá el mundo académico no tiene todas las respuestas a esas nuevas necesidades y el alumno debe buscarlas en otras vías, como los postgrados”, concreta.

Para Charlie Benrimoj, profesor de la Universidad Tecnológica de Sídney (Australia) y experto internacional en AF, cree que un primer paso para el cambio sería “incorporar a los departamentos de las facultades a profesionales con experiencia en esta práctica, así como a las mesas donde se deciden sus planes de estudio”. Por su parte, Carmen Peña, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, pidió a los decanos y profesores universitarios presentes en la jornada que formen a los futuros profesionales “en gestión clínica”.

En esta jornada hubo tiempo para la comparativa con otros planes de estudio internacionales respecto a la presencia de contenidos relacionados con la AF. Una comparativa de la que nuestras universidades salen, por lo general, mal paradas. Por ejemplo, la citada Universidad de Sídney incluye en cada curso la asignatura de ‘Servicios Profesionales’, en la que cada crédito se compone de una hora teórica y otra práctica, y por la cual se forma al alumno en gestión y prevención de la enfermedad, RUM, intervenciones clínicas, adherencia, cribados, promoción de la salud, habilidades comunicativas con el paciente… Todo un ‘mundo’ de diferencia, nunca mejor dicho.