Infecciosas/ Madrid acoge la tercera edición de la reunión “VIH en España”

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E. Sainz Corada Madrid | viernes, 01 de junio de 2012 h |

La prueba de que el diagnóstico precoz del VIH es posible la representa el estudio realizado por la Clínica Sandoval de Madrid, y que se presentan esta semana en el Congreso Nacional sobre Sida. En él, tal y como explicó a GM Mar Vera, de dicho centro, han conseguido reducir la tasa de detección tardía hasta el seis por ciento de los casos, esto es cinco veces inferior a la de los registros oficiales.

“Comparando nuestros cifras de porcentaje de enfermedad avanzada (esto es, una tasa de linfocitos CD4 menor de 200 en el momento de diagnóstico) hemos visto que nuestras tasas, del seis por ciento, son drásticamente menores comparándolas con las del registro nacional SiniVIH, que es un 28 por ciento, y también con el Registro de la Comunidad de Madrid, que es un 29 por ciento”, explica Vera.

El trabajo evalúa los datos recogidos en dicho centro entre 2007 y 2010, tiempo durante el que lograron 1.300 nuevos diagnósticos. “De los pacientes analizados conocíamos la situación inmunológica en el momento del diagnóstico de unos mil, lo que nos permitió llegar a estos dato”, continúa. Facilitar la prueba, tener habilidades para la entrevista clínica y preguntar acerca de prácticas sexuales y hábitos tóxicos, y formar a los profesionales sanitarios son, en su opinión las claves para lograrlo. “Estos resultados nos hacen pensar que es posible la detección precoz del VIH”, concluye.

El diagnóstico precoz del VIH pasa necesariamente por aumentar el número de pruebas que se realizan en la actualidad, con un cambio en los criterios que hoy se aplican para solicitarlas. Y para lograrlo, los expertos reunidos en la jornada “VIH en España 2012”, requieren la colaboración de las administraciones.

Y es que, a pesar de los avances producidos en su tratamiento y el mayor conocimiento de la infección, cada año se diagnostican unos 4.000 casos de nuevas infecciones en nuestro país (la mitad de los cuales se hace tarde), una cifra que se mantiene invariable a lo largo de los años. Por eso los experto son contundentes: “Hay que cambiar lo que estamos haciendo —señala Santiago Moreno, co-coordinador de la Plataforma VIH en España y jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal de Madrid— es necesario implantar medidas distintas para el diagnóstico precoz”.

Este fue uno de los puntos clave que se abordaron en el encuentro, celebrado la semana pasada en Madrid, una vez que se ha visto que los beneficios de la detección temprana son incuestionables (tal y como demostró el estudio HPTN 052, considerado por la revista Science el descubrimiento científico más importantes de 2011). También hay consenso sobre su impacto positivo en las personas diagnosticadas y para la prevención de nuevas infecciones, de la misma forma que se sabe quel infradiagnóstico tiene implicaciones negativas para la propagación de la epidemia y la evolución clínica de los propios afectados.

Estos beneficios no solo atañen al aspecto clínico, sino también económico. A propósito del impacto del diagnóstico precoz del VIH en el sistema sanitario Moreno hizo referencia un estudio llevado a cabo en su centro y que concluye que el ahorro económico medio en medicamentos e ingresos hospitalarios es de mil euros al mes y puede superar los 5.000 euros mensuales si el paciente se diagnostica inicialmente de sida. Por lo tanto, subraya Josep María Gatell, coordinador de la Plataforma y jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico de Barcelona, “aún en un entorno de crisis económica, se deben potenciar los programas de prevención y diagnóstico precoz del VIH”. Es más, los últimos estudios de evaluación económica señalan su coste eficacia.

Ante todas estas evidencias ¿por qué no se consigue mejorar las cifras de detección temprana? Pues por varios motivos, entre los que destaca, por un lado, la falta de consenso a la hora de determinar la estrategia más adecuada para llevar a cabo el diagnóstico del VIH y la solicitud de las pruebas, pues parece que la máxima “a más tests más diagnósticos” no siempre se cumple —o mejor dicho, no siempre es coste eficaz—. Por otro, la poca colaboración de los profesionales sanitarios.

Falta implicación médica

Aunque la tendencia es a ampliar la aplicación de las pruebas, la realidad es que el éxito de su implantación es variable, tal y como se pudo comprobar en la jornada.

“No hay todavía experiencia recogida suficiente para ver qué alternativa es la mejor”, señala Moreno. En referencia a la política llevada a cabo por Estados Unidos, representante de la estrategia del cribado universal indicó “está obteniendo un éxito desigual”. En el Reino Unido, por contra, la medida sí ha tenido sus efectos aunque, como matizó Martin Fisher, del Royal Sussex County Hospital en Brighton, los médicos de Primaria que han participado en los proyectos piloto recibían un pequeño incentivo por ofrecer y realizar la prueba.

En Francia, donde también se implantó un sistema parecido, con disponibilidad de la prueba en los servicios de Atención Primaria tampoco ha tenido una buena acogida. Según Yazdan Yazdanpanah, del Hospital Bichat Claude Bernand de París, “porque los médicos no creen en esta estrategia”. Y ése es, precisamente, el otro gran problema a la hora de poner en marcha estos programas: la falta de colaboración por parte del colectivo médico.

Como expuso Mar Vera, del Centro Sandoval de la Comunidad de Madrid, en su ponencia “Por qué los profesionales sanitarios no realizan la prueba del VIH”, cuatro son las posibles causas de este desinterés.

La primera sería el desconocimiento de la historia natural de la infección por parte de muchos profesionales, lo que “limita el pensar en marcadores clínicos y conductuales que pueden indicarnos infección subyacente, como por ejemplo una trombopenia en una determinación analítica o la presentación de un herpes zóster a nivel dermatológico”, cuenta la experta. De hecho, asegura, en muchas especialidades que tratan con pacientes con este tipo de patologías y sería recomendable que solicitaran la prueba de VIH.

La escasa sensibilización “ya no solo con la infección de VIH sino con las altas tasas de diagnóstico tardío” sería la segunda causa. Por último, la falta de habilidades en la anamnesis sexual (es decir, de hacer una entrevista de prácticas sexuales y hábitos tóxicos) y de tiempo, unido a la gran presión asistencial también contribuyen a ello. La solución, asegura, pasa por “formar e informar a los profesionales sanitarios” en estos puntos.

Dos alternativas

Sea como fuere, en lo que sí parecen de acuerdo los expertos es en que hay que aumentar el número de personas que se someten a este test. A medio camino entre la estrategia dirigida, que es la que se aplica ahora, y la universal Moreno apunta dos posibles alternativas: la realización del cribado en función de las cifras de diagnóstico del VIH oculto, y la ampliación de los llamados grupos de riesgo tradicionales.

“Está demostrado que hacer un cribado poblacional resulta rentable cuando hay una prevalencia de VIH oculto del uno por mil. Si hacemos este cálculo, por ejemplo en la Comunidad de Madrid, la tasa que nos sale es del 3,5 por mil, por lo que sería coste eficaz”, asegura. La segunda alternativa consiste en hacerlo en la horquilla de población entre la que, según los estudios, se ha visto que hay más riesgo de infección, esto es entre los 20 y los 50 años.

El éxito alcanzado en la petición de tests a las embarazadas, solicitado ya en el cien por cien de los casos en España, es solo un ejemplo de lo que se puede conseguir.

El diagnóstico precoz puede lograr un ahorro de hasta 5.000 euros mensuales por paciente

El éxito de la implantación de un cribado universal varía según los países