Ciro Ahumada
Director general Ferrer HealthCare
Arturo Díaz del Campo
Barcelona
La nueva Ferrer Healthcare ya está en el mercado de OTC de nuestro país. Su director general, Ciro Ahumada, analiza para MP los principales valores de su compañía, y hace un repaso del sector en el que ya navega esta filial del Grupo Ferrer. Aunque aporta varias propuestas para mejorar la situación, confía en que la adaptación a una legislación más “europea” haga revitalizarse al sector del autocuidado en nuestro país.
Pregunta. ¿Se han visto las ventas de su compañía afectadas por la crisis?
Respuesta. Afortunadamente nuestras líneas de productos mantienen un equilibrio entre la prescripción y el autocuidado, de esta forma los efectos negativos por el retroceso de la demanda directa no repercuten en el balance final. Por otra parte, hay que ver los puntos positivos de la crisis. Nuestros equipos han analizado hasta el último detalle cualquier factor o variable para mejorar los resultados y le aseguro que el esfuerzo ha valido la pena.
P. ¿Qué objetivos tienen para los próximos años?
R. Impulsar el bienestar de la población a través de presentaciones innovadoras y dar el mejor servicio a nuestros clientes, por eso hace tan sólo unas semanas se tomaba la decisión de crear dentro del grupo una nueva área de negocio: Ferrer Healthcare, que nos va a permitir durante los próximos años disponer de una estructura empresarial altamente competitiva, sólida, eficaz y siempre abierta al consumidor y al profesional sanitario.
P. ¿A qué áreas terapéuticas se dirige principalmente la compañía?
R. No puedo dejar de mencionar Gelos, un laboratorio experto en dolor que está presente en los tres niveles de la Escala de Tratamiento del Dolor de la Organización Mundial de la Salud. Por su parte, Laboratorios OTC tiene orientado su vademécum hacia el cuidado de toda la familia. Una tercera área estaría integrada por los productos que nosotros denominamos cough and cold, presentaciones que nos ayudan frente a los síntomas de resfriados, tos, molestias en la garganta.
P. ¿Qué echa de menos en la regulación de los medicamentos publicitarios en España?
R. Yo diría que sobra más que falta, la normativa hasta la fecha ha sido muy restrictiva y también compleja, a veces te encuentras en un rompecabezas que dificulta cualquier proceso de desarrollo. La flexibilidad y la alineación con la normativa europea son fundamentales.
P. ¿Cómo valora las dificultades que hay en España para las marcas de gama?
R. Estoy convencido de que a corto plazo nuestra legislación va a evolucionar hacia un reglamento menos intervencionista, próximo a otras legislaciones europeas. La Administración ha de hacer una reflexión y entender que el consumidor de hoy es una persona informada, muy acostumbrada a identificar, analizar y elegir aquello que le da confianza.
P. ¿Cree que se homologará la situación de las marcas de gama con Europa en los próximos años?
R. Soy optimista, por lo menos estoy seguro de que se seguirá trabajando en esa dirección.
P. ¿Considera que sacar medicamentos para síntomas menores de la financiación produce un incremento del gasto en receta?
R. No podemos aplicar esta fórmula de manera tan directa, es evidente que los estados arrastran una pesada carga en sus presupuestos sanitarios con este tipo de productos, y que precisan buscar soluciones en sus presupuestos para afrontar los retos sanitarios de una población, con una mayor esperanza de vida, que cada vez precisa más, y mejor asistencia. Es un equilibrio difícil de conseguir.
P. ¿A qué problemas se deben enfrentar para lograr la autorización para la publicidad de los medicamentos publicitarios?
R. Me gusta quedarme con las palabras de Cristina Avendaño, directora de la Aemps, quien durante las XIII Jornadas Profesionales celebradas recientemente en Madrid nos recordó que el 19 de febrero entró en vigor de la llamada Ley Ómnibus. A mi juicio es una ley que hacía falta.
P. ¿Cree que hay que concienciar a médicos y pacientes sobre las ventajas del autocuidado?
R. Sí que hay que concienciar, pero no puede ser que tengamos más dificultades para comunicar nuestros mensajes a la población que la industria alimentaria.