Antonio González es periodista del diario ‘Público’
Es cierto que hacía falta un cambio profundo en el Gobierno, y no sólo el relevo de Celestino Corbacho al frente de Trabajo, que hubiera sido a todas luces insuficiente. La oposición dice que se trata de un mero cambio de rostros, pero que la política seguirá siendo la misma. Puede ser, pero detrás de los rostros están las personas, y detrás de cada persona un empuje y unas ganas de hacer las cosas diferentes. Además, aparte de la estética que toda renovación conlleva de cara a la ciudadanía, el Gobierno con el que José Luis Rodríguez Zapatero llegará a las elecciones parece ajeno a la apatía y el derrotismo con el que se había revestido el anterior gabinete.
Queda poco tiempo para las elecciones, y es muy difícil que los cuatro millones de parados se conviertan en dos, o siquiera en tres de aquí a entonces, y es posible que ni siquiera un hipotético fin de ETA logre mantener al PSOE en Moncloa. Pero todavía hay entre los socialistas algunos (pocos) que mantienen la esperanza gracias, entre otras cosas, a que Mariano Rajoy se mantiene en la inanidad más absoluta. Nunca una oposición lo tuvo tan fácil y trabajó menos.
Pero, al margen de la conveniencia del cambio de Gobierno, cabe preguntarse por qué la cartera de Sanidad ha tenido que ser de las que cambian de manos, cuando Trinidad Jiménez se había ganado ya el respeto de casi todos los sectores sanitarios (menos los afectados por los ‘decretazos’). ¿Ha sido un premio a Jiménez o a Leire Pajín? ¿Sacarán beneficio los españoles del cambio? Aunque la respuesta a esta pregunta está todavía por conocer, a estas alturas hay que reconocer que Pajín ha empezado en el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad con bien pie, pese a tener que salir del paso en sus primeras horas las descalificaciones machistas e injuriosas del alcalde de Valladolid, que prefiero no nombrar. Su primer acierto fue hablar de sanidad en su toma de posesión, algo que por cierto no hizo en su momento Jiménez, que prefirió centrarse en aspectos sociales. Su segundo acierto, que es además su decisión más sabia hasta el momento, ha sido mantener a Pepe Martínez Olmos como secretario general, único que puede hacer posible que con tan sólo un año y medio por delante Pajín logre la mayor parte de sus objetivos en el ámbito sanitario, como tratar de relanzar el pacto sanitario o aprobar normas como la ley antitabaco, la ley de universalización de la sanidad o la de salud pública. Tampoco estuvo mal que hiciera su primera aparición oficial en el congreso de la SEOM, ni que el leve nerviosismo que mostró al leer su discurso denotara, como interpretaron algunos, su respeto por el mundo sanitario.
Pajín no va a tener cien días de cortesía por parte de nadie, y yo diría que ni una semana, como ha demostrado el innombrable regidor vallisoletano. Pero ha tenido el acierto de elegir un buen timonel para su barco y cuenta con la ventaja del capitán que sabe que navega por aguas procelosas, en las que no se puede meter la mano así como así, porque los tiburones acechan.