La medicina no debe convertirse
nunca en un espectáculo
Antonio González
es periodista del diario ‘Público’
Cualquiera que haya estado alguna vez en el quirófano de un hospital sabe que la cirugía es la parte más espectacular de la medicina. En primer lugar, porque supone una intervención agresiva, aunque cada vez menos, en el cuerpo del paciente, de forma que los médicos logran acceder al interior del organismo y vérselas cara a cara con el problema de que se trate. En segundo lugar, porque la cirugía es una de las pocas disciplinas médicas que pueden conseguir la curación al instante.
El impresionante avance de la cirugía mínimamente invasiva hace, si cabe, aún más impactantes los resultados de la cirugía. Por ese motivo, no es raro que haya cirujanos, sobre todo en el ámbito cardiovascular o el de los trasplantes, que sean comparados con dioses por sus pacientes. No en vano, estos profesionales son capaces de dar la vida allí donde ésta ya iba a desaparecer.
Sin embargo, también es cierto que este campo de la medicina es terreno abonado para el morbo, y no hay mejor escenario para dar rienda suelta a este morbo que la televisión. La encarnizada lucha por las audiencias hace que, de forma periódica, alguna cadena de televisión intente explotar el legítimo interés de la audiencia por la medicina. Pese a ello, la aproximación a la asistencia sanitaria puede ser muy distinta. Es decir, que todo depende del enfoque que se le dé.
Así, hay espacios que se merecen todos los elogios, como ocurrió con U-24, que fue emitido por Telecinco y mostraba el día a día de distintos hospitales, retratando casos reales y ofreciendo una visión humana de los profesionales sanitarios, pero sin caer en la sensiblería ni en los aspectos más escabrosos de cada caso. En el otro lado de la balanza podemos poner un ejemplo radicalmente contrapuesto: el programa Cambio Radical, el espacio sobre medicina estética que emitió hace unos años la cadena de televisión Antena 3 y que casi estimulaba a la audiencia a subirse a una mesa de operaciones para quitarse la papada.
Como esto es cíclico, viene ahora la cadena del grupo Prisa, Cuatro, y anuncia que está preparando un docushow que mostrará, desde el mismo quirófano del doctor Pedro Cavadas, el primer trasplante de cara que se va a realizar en España. Y, por si fuera poco, adelanta que otra de las operaciones estrella del programa, que tiene previsto emitir el próximo otoño, será ni más ni menos que un implante de pene. Tal cual.
Afortunadamente, al menos en el caso del trasplante de cara todo parece haberse quedado en una boutade de la cadena para atraer el interés de la audiencia, porque al monumental enfado que causó el anuncio en la ONT hay que sumar el desmentido rotundo del doctor Cavadas a que fuera a dejar entrar las cámaras en su quirófano.
En cualquier caso, este asunto ilustra una vez más que para las cadenas de televisión, tanto nacionales como internacionales, buscan audiencia a casi cualquier precio. Y, por ese motivo, podemos decir que la medicina es campo abonado para el espectáculo. Seguramente, este hecho se deba más a la ignorancia que a la mala fe, pero la comunidad sanitaria debe estar muy atenta para reaccionar, como ha hecho esta vez, ante un tipo de oferta televisiva que no reporta beneficios a nadie más allá de los índices de audiencia.