Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3
La nutrición está instalada en las farmacias. Pero también en la industria farmacéutica, al trabajar este factor fundamental de nuestras vidas que debe acompañar en muchas ocasiones al medicamento. No quiero pasar por alto un libro extraordinario, Alimentación y riesgo cardiovascular, coordinado y elaborado por los doctores José Abellán y Pilar Zafrilla. Más del 50 por ciento de los españoles sufre hipercolesterolemia, un factor de riesgo que puede derivar en cardiopatía isquémica, la primera causa de ingresos hospitalarios y de mortalidad en España. Para hacer frente a esta problemática, los especialistas, además de implantar un tratamiento farmacológico, insisten en modificar el estilo de vida y reducir las calorías para no superar el porcentaje de grasa total en la dieta del 30-35 por ciento. Sin embargo, sólo uno de cada diez pacientes cumple de forma correcta estas recomendaciones, aunque está comprobado que una alimentación cardiosaludable podría reducir en un 50 por ciento la mortalidad.
Más del 50 por ciento de la población tiene un colesterol de 200 mg/dl o mayor, pero sólo tres de cada diez pacientes diagnosticados y tratados alcanzan los objetivos terapéuticos adecuados. El colesterol elevado es el tercer factor de riesgo cardiovascular modificable más prevalente, tras tabaquismo e hipertensión arterial. Por eso, hay que matizar ciertos conceptos. El colesterol elevado juega un papel fundamental en el desarrollo de la enfermedad aterosclerótica, de la cardiopatía isquémica y la enfermedad cerebrovascular. El control de las hiperlipidemias, en general, consigue reducir y revertir la progresión de las placas de ateroma en las arterias
Las grasas no deben representar más de un 30-35 por ciento de las calorías diarias. ¿Las saturadas? Menos del 10-20 por ciento entre monoinsaturadas y poliinsaturadas. ¿La ingesta de colesterol? Menor a 300 mg/día, por lo que se debe limitar el consumo de embutidos, carnes rojas, vísceras y yema de huevo, y optar por el aceite de oliva y las grasas de origen vegetal y pescado. Los hidratos de carbono deben suponer entre el 50 y el 60 por ciento de la dieta diaria, siempre cereales, patatas y legumbres.
La ingesta de fibra reduce las concentraciones plasmáticas de colesterol total y LDL: 5 y l0 gramos de fibra soluble reducen la concentración de LDL un 5-10 por ciento. Además, una ingesta elevada de fibra podría reducir el riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular entre un 20 y un 40 por ciento.
Los flavonoides del cacao protegen contra la enfermedad cardiovascular por sus efectos antioxidantes, anticoagulantes y antiinflamatorios, así como por la capacidad de aumentar el HDL sérico a la par que reducen el LDL del plasma. El consumo de té verde posee efectos cardioprotectores como antioxidantes, antitrombogénicos, antiinflamatorios y mejora la velocidad del flujo coronario. Éstas son las conclusiones inmediatas para recordar en el esmero de atender a los pacientes, en muchas ocasiones como complemento de su medicación imprescindible. Seguro.