El Grupo Contenidos reaccionó inmediatamente ante la desfinanciación al sector farmacéutico. Lo constata el hecho de que después del dictamen emitido por el Ministerio de Sanidad, en horas tenía montada una jornada sobre “Estrategias ante la desfinanciación de medicamentos”. Un encuentro en el que una decena de expertos desgranaron los principales puntos del corolario de estrategias a seguir. Miquel Pascual, Manuel Vera, George Yiangou, Rafael Borrás, José María López, Ignacio Ortín, Rafael García Gutiérrez o Cristina Tello se encargaron de dispensarnos su experiencia y las variabilidades previsibles en este asunto.
A este respecto puedo decir que coincido con Borrás en que este proyecto de resolución no puede ser una acción aislada con el único fin de contener el gasto farmacéutico, sino que debe ser un primer paso hacia una revisión continua de la cartera de medicamentos financiados. El reto consistirá en establecer un marco de actuación concreto, estable y claro para todos los agentes. Porque para los de Antares, la incertidumbre que se ha generado alrededor de cuáles de los medicamentos excluidos pasarán a ser medicamentos publicitarios y cuáles seguirán necesitando la receta médica para ser dispensados genera una inseguridad.
Sobre este particular, cabe destacar que entre los agentes también estamos los médicos, que tenemos que sentirnos libres para prescribir tanto los medicamentos financiados como los no incluidos en la cartera pública frente a la presión del paciente para que éste le recete el medicamento financiado. Para que el médico pueda seguir prescribiendo estos medicamentos es determinante que los fármacos excluidos de la prestación farmacéutica en el Sistema Nacional de Salud sigan apareciendo en las bases de datos de prescripción de las comunidades autónomas.
Sabemos pues que el médico deberá “negociar”, como dice el informe presentado por Antares, con el paciente de forma diferente frente a las diferentes alternativas terapéuticas, financiadas y no financiadas. La opción personal del médico frente a esta situación provocará desviaciones hacia el deslizamiento o hacia el uso de medicamentos excluidos de la prestación farmacéutica. Por eso, para mí es muy importante la decisión que se tome sobre las redes de ventas que tendrán que abrir su gran angular y orientarse también hacia el farmacéutico.
Por otro lado, también hay que decir que el farmacéutico tiene que implicarse activamente y adquirir un mayor protagonismo en el uso de medicamentos sin receta excluidos de la prestación farmacéutica pública.
El hecho que muchos de estos medicamentos excluidos no requieran prescripción médica aumenta las oportunidades del farmacéutico en este campo, fomentando el autocuidado y los hábitos saludables, y posicionándole como el profesional de referencia para una gestión adecuada de estos tratamientos. Y aquí, como vemos, se produce lo que siempre matiza y defiende Carmen Peña, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, que sufre cada día en sus carnes el padecimiento de toda la red farmacéutica española de farmacias, ese centro de gravedad sanitario sobre el que caen y han pivotado todas las decisiones del Gobierno. Porque, ¿quién ha aguantado más que ellos las consecuencias de los copagos, los recortes, las nuevas normas y la protesta ansiosa de los ciudadanos-pacientes ante la adversidad? Sin duda, los boticarios.