Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3
Viene la vida complicada. Andamos entre el precipicio y la supervivencia. Los datos económicos indican que la gripe A puede costar a las empresas alrededor de 3.000 millones de euros. El Ministerio de Sanidad calcula que la enfermedad afectará al 30 por ciento de la población. Es decir, más de cinco millones de trabajadores podrían caer enfermos en los próximos meses. Por el momento, las grandes empresas ya han puesto en marcha planes de contingencia. Y los niños, siete días sin ‘cole’.
Y ahora, ante la crisis, ni siquiera vamos a estar de acuerdo con la solución ansiosa. Ésa que lleva las angustias al plano oral. Porque estamos en contra del tabaco. Y nos preocupa el cáncer de pulmón tanto como al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. La lucha frente al cáncer de pulmón pasa por reducir el hábito de fumar. Además, en nuestro país un elevado porcentaje de jóvenes fuma habitualmente, lo que puede incidir en las consecuencias en cuanto a prevalencia que esta adicción pueda tener en el futuro.
Para dejar de fumar tenemos tres grandes opciones medicamentosas. La llamada ‘terapia de sustitución’, que usa chicles y parches de nicotina. Es el caso de Nicorette, que es un producto que ayuda a dejar de fumar mediante una goma de mascar con nicotina, sin azúcar. Sirve para calmar las ansias que hacen que dejar de fumar sea tan difícil. Cada porción de goma de mascar es una forma de ‘terapia de reemplazo’ de nicotina. Esto significa que reemplaza un poco de la nicotina que el organismo y el cerebro están acostumbrados a recibir, mientras reduce gradualmente el nivel de nicotina hasta que ya no la necesite. Se usa además el Nicotinell, que es un parche transdérmico, similar a una tirita, que contiene el medicamento en la parte que se adhiere a la piel. Este medicamento está indicado para el alivio de los síntomas del síndrome de abstinencia a la nicotina, en la dependencia y ayuda para dejar de fumar.
Se puede utilizar el Champix, que no es otra cosa que la varenidina de la multinacional estadounidense Pfizer. Y como tercera opción bioquímica y farmacológica ya saben tenemos el Zyntabac, ese fármaco de fonética gitana que revolucionó la lucha contra el tabaquismo y que imita a la nicotina. Actúa sobre el cerebro. El bupropión lo hace de forma directa sobre el cerebro y sus núcleos que liberan la dopamina, culpable del efecto dependencia. Y eso es lo que hay en la dispensación farmacéutica.
Lo saben los expertos como el doctor Carlos Jiménez, ese neumólogo que coordina el área para la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica. Un profesional que además de coordinar las dinámicas tabáquicas al uso se reúne estos días como presidente del Grupo Europeo en el marco de la Sociedad Europea de Neumología. Me gusta contarlo con pelos y señales porque no sólo hay que sacar pecho por ser los mejores en Europa en esto de darle patadas al balón. ¿O no?