Dr. Bartolomé Beltrán, director de Prevención y Servicios Médicos del Grupo Antena3
Qué gran asunto! Lilly pone en marcha una campaña de concienciación sobre los riesgos para el comprador en la web www.notelajueguesonline.com. Según el informe “Traffic On Line”, que analizó las páginas web de venta en español, los vendedores de fármacos falsos por Internet diseñan una perfecta estafa online. Difíciles de rastrear, se activan y desactivan con sólo dar a un botón. Su entramado en red permite ocultar a los propietarios y desde donde operan. Promocionan la venta “al por mayor” de productos falsos. Utilizan todas las tácticas posibles, desde testimonios de pacientes falsos a asesoramiento médico, para dar confianza al potencial usuario. Lo contó perfectamente Teresa Millán, directora de Asuntos Corporativos de Lilly. Enhorabuena.
Luego viene la otra historia. “Elimina tus arrugas en una sola sesión en nuestro centro”. “Recupera tu energía con esta pulsera”. “Adelgaza rápidamente con nuestra fórmula”… Éstos son algunos de los muchos reclamos que encontramos en anuncios que nos bombardean todos los días, sobre todo en Internet. A menudo citan testimonios, institutos científicos y muchos términos rimbombantes que, en realidad, no quieren decir nada pero que dan el pego.
El último producto en ser despojado de su aura de eficacia no demostrada ha sido una pulsera con supuestas propiedades pseudomilagrosas para multitud de enfermedades y que se puso de moda entre deportistas e incluso lució en su muñeca, hasta el día antes de su nombramiento, la ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad, Leire Pajín. La empresa fabricante ha sido multada con 15.000 euros por la Junta de Andalucía por publicidad engañosa.
Es paradójico que los medicamentos que se dispensan en farmacia, que están sometidos a estrictos controles de seguridad y eficacia, no puedan alegar sus propiedades más allá de su ficha técnica, bajo amenaza de cuantiosas multas, y, en cambio, toda una serie de productos sin esos controles puedan anunciar efectos increíbles sin temor a sanciones disuasorias.
Estas malas prácticas no sólo perjudican la salud de los consumidores sino el buen nombre de quienes tienen una eficacia que sí ha sido demostrada. Es el caso de los preparados farmacológicos de plantas medicinales, de dispensación farmacéutica. Han tenido que probar una eficacia y seguridad que les permite contar con un registro sanitario. En cambio, los fabricantes de plantas que se venden fuera de la farmacia, que no han demostrado nada, pueden anunciar reducciones instantáneas de talla con su fórmula de manera impune.
Al final, como siempre, pagan justos por pecadores, y a las que perjudican son a las plantas de farmacia que cumplen con la ley. Por eso, si queremos estar seguros de la eficacia de un producto para la salud hay que comprobar que cuenta con un registro sanitario y un prospecto que indique sus propiedades.