A3Media viernes, 15 de abril de 2016 h
Como el debate científico siempre continúa sobre todo cuando hay tantas compañías, laboratorios, farmacéuticos que investigan y ese centro de gravedad que es la Oficina de Farmacia pues no queda más remedio que acudir al conocimiento. Lo hago con el doctor José Sabán, director de la Unidad de Endotelio del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Con él podemos decir a ciencia cierta que los ácidos grasos poli-insaturados omega-3 juegan un papel determinante en la prevención y tratamiento las enfermedades cardiometabólicas (Síndrome Metabólico, Diabetes Mellitus y Enfermedad coronaria) y es un integrante fundamental de la dieta mediterránea. El 60 por ciento de los omega-3 de la dieta mediterránea son aportados por el consumo de pescado, que son los de cadena larga, el ácido eicosapentanoico (EPA) de 20 carbonos) y el ácido docosahexanoico (DHA) de 22 carbonos, y un 40 por ciento lo son de procedencia vegetal (nueces, hortalizas de hoja verde, cereales y los aceites de lino, linaza y soja además del de colza, no comercializado para la alimentación en nuestro país pero sí en Francia). El omega-3 de procedencia vegetal es el ácido a-linolénico, de 18 carbonos, que a diferencia de los dos anteriores, es “esencial” por no poderlo sintetizar el organismo, como esencial también es un omega-6, el ácido linoléico a partir del cual se sintetiza el ácido araquidónico (?-6 de 20 carbonos). Los ácidos EPA y DHA, son sintetizados en el organismo a partir del ácido a-linolénico y por ello no son esenciales. La proporción EPA y DHA aportada por la dieta debe ser de 2 a 1 (40 por ciento EPA y 20 por ciento DHA) para ser cardiosaludable.
Además de dar lugar a leucotrienos de menos potencia proinflamatoria, EPA y DHA son capaces de reducir la producción de citoquinas pro-inflamatorias, tales como la interleuquina-1, la interleuquina-6, la interleuquina-8 y el factor de necrosis tumoral-a (TNF-a), que se liberan cuando los macrófagos y monocitos son activados.
La suplementación con omega-3 se ha mostrado igualmente beneficiosa en el tratamiento de las arritmias, en la prevención secundaria de la enfermedad coronaria, en la prevención de la insuficiencia cardíaca y como tratamiento básico de la hipertrigliceridemia.
Si bien la investigación hasta ahora se había centrado en la inflamación aguda, según el doctor Sabán, empieza a estudiarse su potencial implicación en la “inflamación crónica o de bajo grado”, un escenario de gran interés no solo para las enfermedades cardiometabólicas sino también para el Alzheimer, la depresión y el envejecimiento en sí mismo.
El amplio rango de dosis empleado (de 0.45 a 4.5 g/d) en los estudios omega-3, especialmente los centrados en el endotelio, no permite extraer conclusiones en este sentido pero en cualquier caso están muy alejadas de los 15 g/día, dosis que determinados programas de Medicina Antiaging propugnan sin ninguna base científica, con el agravante de poder tener consecuencias adversas relacionadas con su acción antigregante.
Los suplementos con omega-3 pueden ser administrados en forma de triglicéridos o de fosfolípidos (en su mayoría la fosfatidilcolina). Seguro.
Si bien
la investigación hasta ahora se había centrado en la inflamación aguda, empieza a estudiarse su potencial implicación
en la inflamación crónica
o de bajo grado