Los extranjeros aprovechan su estancia para aprovisionarse de medicamentos, que son mucho más baratos que en su país de origen
Incluso los médicos tienen problemas al no poseer el historial médico del paciente, que en ocasiones acude con dolencias que no son reales
A.D.C.
Madrid
El hecho de que los extranjeros aprovechen sus vacaciones en nuestro país para obtener medicamentos a un precio más reducido que en su lugar de origen no es una práctica novedosa. Los costes inferiores de muchos de los medicamentos sin receta, provocan que estos turistas visiten las farmacias españolas para adquirir fármacos en grandes cantidades. Desde el ámbito farmacéutico cuesta bastante reconocer estas prácticas, y son muchos los boticarios que se niegan a admitir este tipo de ‘turismo farmacéutico’.
Sin embargo, sobre todo en zonas de playa o de alto interés turístico, y con mayor virulencia en la época estival, es frecuente recibir en la farmacia a personas extranjeras que solicitan grandes cantidades de un medicamento para ‘rentabilizar’ su viaje a España. Las zonas más afectadas suelen ser, durante los meses de verano, la región costera de Cataluña, Comunidad Valenciana o Andalucía, además de las Islas Canarias.
Un ejemplo sería el caso de Aspirina. Algunos turistas alemanes, durante su estancia en España, acuden a las farmacias para comprar más de un envase del fármaco de Bayer, según afirma una farmacéutica ubicada en las Islas Canarias. Y es que el precio de Aspirina es mucho menor en España que en el país germano. Casos similares se dan con paracetamol, ibuprofeno o diclofenaco.
Problema para los médicos
Este turismo medicamentoso no sólo afecta a las farmacias. Así, muchos extranjeros visitan las urgencias de los hospitales y centros de salud aquejados de dolencias que, en algunas ocasiones, no sufren realmente. Los médicos, al no poseer el historial clínico del paciente, puesto que no está cubierto por la Seguridad Social, no pueden establecer si la patología que el paciente asegura padecer es real.
Esto implica que el médico se vea “obligado” a recetar algún medicamento que puede no ser el más indicado para esa persona y que puede acarrear complicaciones, bien porque pueda producirle alguna reacción alérgica o porque no necesite ser administrado en ese momento. En estos casos, el médico comparte dificultades con el farmacéutico, que tiene que dispensar un medicamento para el que el doctor ya ha firmado la prescripción, aunque considere que no es adecuado para el paciente.
Los médicos no tienen en la ausencia del historial médico del paciente el único problema. Durante este verano, se ha observado una práctica entre los extranjeros que preocupa a los centros de salud. Los pacientes que visitan nuestras ciudades acuden a las urgencias de hospitales y consultorios y afirman padecer una determinada dolencia. Además de la prescripción del medicamento correspondiente por parte del médico, es frecuente que éste le ofrezca algún analgésico para mitigar el dolor.
En realidad, esa dolencia puede no ser tal en muchos casos, y ese ciudadano extranjero acude posteriormente a otro hospital o centro de salud distinto para volver a llevar a cabo esta práctica. La reacción del médico del otro centro es, lógicamente, la misma. Así, recorre varios centros de salud sin riesgo de ser identificados, situación que aprovechan para acumular una gran cantidad de prescripciones de medicamentos con un gran diferencial de precio respecto a su país antes de acudir, finalmente, a la farmacia a por los productos recetados.
Gasto hospitalario
Los extranjeros no complican sólo la labor del médico o del farmacéutico, sino que este tipo de prácticas tienen un claro inconveniente para el sistema sanitario español. Hay numerosos casos de pacientes que acuden a nuestro país para obtener servicios sanitarios que en sus lugares de procedencia tienen un coste o existen largas listas de espera. De esta manera, la sanidad pública española financia unos cuidados médicos y unos tratamientos que deberían haber sido ofrecidos por el país de origen del paciente. En concreto, el gasto farmacéutico hospitalario se ve resentido, al igual que la atención sanitaria, pues es obligatoria la asistencia a estos pacientes aunque no estén afiliados al SNS, con lo que se asume unos costes muy elevados y difícilmente recuperables.
A este respecto, cabe destacar que la futura directiva de la Comisión Europea (CE) sobre sanidad transfronteriza prevé solucionar estos desajustes entre Estados miembro. Sin embargo, en la actualidad se encuentra aprobada únicamente en primera lectura por el Parlamento Europeo y el reembolso es prácticamente inexistente. Por lo tanto, mientras esta directiva de sobre sanidad transfronteriza no entre en vigor, el turismo sanitario y farmacéutico será un problema en nuestro país.
El objetivo de esta directiva europea es establecer los mecanismos necesarios por los que el país de origen del extranjero que consuma recursos sanitarios en otro Estado miembro reembolse los gastos sanitarios ocasionados por el desplazado.