Injustamente tratado. Así se podría considerar el siempre criticado gasto farmacéutico a la vista de la evolución que ha tenido esta factura en los últimos años en comparación con la de otras variables macroeconómicas de España. El gasto en medicamentos en nuestro país creció entre 2003 y 2013 solo un 2,7 por ciento, mientras que el gasto público total de las administraciones que componen el Estado lo hizo en un 52,7 por ciento. Ni más ni menos que 19 veces más. Con estas cifras no son de extrañar las llamadas a mirar hacia otras partidas de gasto público que se hacen constantemente desde los diferentes ámbitos de la cadena del medicamento.
Se podría pensar que esa gran diferencia se debe al crecimiento desbocado que experimentó el gasto público durante la última década ya que pasó de representar el 38,4 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2003 a más del 44,8 por ciento del PIB diez años después. Pero la realidad es que la riqueza nacional también ha crecido de manera bastante significativa en los últimos años. El PIB nacional pasó de 783.082 millones de euros en 2003 a 1.024.400 millones de euros en 2013, según la previsión realizada por el departamento de estudios de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). Un crecimiento del 30,8 por ciento en los últimos once ejercicios. El PIB, por tanto, también ha crecido muy por encima de lo que lo ha hecho la factura farmacéutica. En concreto, lo ha hecho en 11,3 veces más que el gasto en recetas.
Esta situación ha hecho que el porcentaje de gasto sobre PIB que España dedica a medicamentos se encuentre ya en el 0,9 por ciento, muy por debajo del 1 por ciento que la troika ha señalado como límite a Grecia para esta partida. Pero no solo eso, de cara a dar dimensión de lo que supone para las arcas públicas la inversión que realiza en medicamentos, es necesario fijarse en la parte de la tarta total que supone la farmacia. El gasto en recetas representaba en 2003 el 2,97 por ciento del gasto público total en nuestro país y diez años más tarde ha perdido un 32,7 por ciento de su peso y ya solo asciende a un 2 por ciento del gasto total de Administración central, ayuntamientos y comunidades autónomas. Un dato más que llama la atención sobre la cantidad de medidas puestas en marcha para bajar una factura de tan ridícula participación en el gasto público.
A lo largo de la última década, solo en 2003 el gasto en medicamentos creció por encima del gasto total de las administraciones públicas. Es más, solo en tres (2003, 2008 y 2009) de los once ejercicios analizados, la factura en recetas creció por encima del PIB. Con este panorama no es de extrañar que Farmaindustria reclame un horizonte de crecimiento estable y vinculado a la evolución del PIB. “Sería consistente con la recuperación económica y no pondría en riesgo la sostenibilidad del sistema”, explicó a EG Pedro Luis Sánchez, director de Estudios de la patronal de la industria innovadora. Por ello, este experto pide que ese nivel de crecimiento sea un “suelo” mínimo para conciliar los intereses del sector y los del sistema.
De otro modo, la brecha seguiría agrandándose. La previsión es que el PIB nominal suba un 1,9 por ciento en 2014, y según las previsiones que maneja Farmaindustria el gasto en este año caerá cerca de un 2 por ciento, aunque la previsión variaría en función de la aprobación de los precios de referencia. La patronal dibuja este escenario a pesar de que aparentemente en el último cuatrimestre haya podido repuntar un poco la factura, algo que obedece según Sánchez a cuestiones puntuales que no se producirán a lo largo de 2014.
Por otro lado, cabe destacar la evolución del gasto sanitario total de las comunidades autónomas, ha llevado una senda muy diferente a la seguida por el gasto farmacéutico. Su variación ha ido muy pareja a la del gasto público total, representando siempre entre el 12,5 y el 13,5 por ciento del mismo. Por ello, entre 2003 y 2013 creció un 50,6 por ciento. Además, a pesar de que representa unas seis veces más que el gasto en medicamentos, el ajuste realizado en este ámbito ha sido de algo menos de 6.200 millones de euros desde 2010, de los que más de la mitad, 3.322 millones, corresponderían a ahorro en farmacia. A la vista de estas cifras no es de extrañar que el gasto en recetas haya pasado del 23 al 15,8 por ciento del gasto sanitario.
En octubre de 2001, con Celia Villalobos de ministra de Sanidad, Farmaindustria alcanzó un acuerdo con el ministerio y el resto de autonomías, a través del Consejo Interterritorial, según el cual, la patronal se comprometía a que la industria realizaría aportaciones para el fomento de la I+D en un plazo de tres años, un mínimo de 25.000 millones de pesetas (150 millones de euros), que podrían llegar a 50.000 millones de pesetas (300 millones de euros) en función del crecimiento del gasto farmacéutico por encima del PIB nominal. El ‘Pacto de Estabilidad’ aceptaba un incremento de la factura de medicamentos hasta un máximo de tres puntos por encima del PIB nominal. Posteriormente, ya con Ana Pastor en el Ministerio de Sanidad, se revisó y se eliminó el diferencial sobre el PIB. En cualquier caso, gracias a esta medida se logró estabilidad presupuestaria y previsibilidad en el sector.