| domingo, 02 de noviembre de 2008 h |

Toni Martínez

Valencia

La Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) presentó el Proyecto 2020, una serie de actuaciones encaminadas a modernizar la farmacia en los hospitales españoles. Este proyecto, auspiciado por la SEFH, está coordinado por María Sanjurjo, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, y Josep Ribas, jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Clínic de Barcelona, quien explica a EG las líneas básicas de actuación del Proyecto 2020.

Pregunta. ¿Cuál es el objetivo del proyecto?

Respuesta. Cuando José Luis Poveda asumió la presidencia de la SEFH empezó a marcar un plan estratégico. Dentro de este plan vemos qué se puede hacer globalmente para que cada uno de los farmacéuticos de hospital, con responsabilidad de dirección, pueda tener un documento de apoyo que le oriente hacia dónde podemos y debemos ir. Ésta es la razón de ser del proyecto.

P. ¿Se busca cambiar el modelo?

R. Más que cambiar es darle una proyección de futuro en base a lo que ya existe. Por ejemplo, en programas de seguridad en la utilización del medicamento, para evitar que se produzcan errores de medicación en el proceso complejo de la utilización del fármaco. Se empieza desde la compra, luego en la responsabilidad de leerse el prospecto, la preinscripción, la dispensación, el uso… Es un proceso muy largo y pretendemos que en él se aplique la tecnología y que todo lo que el farmacéutico pueda aportar al enfermo y al médico se pueda aplicar.

P. ¿Cuáles son los cambios que se plantean a nivel organizativo?

R. Es importante pensar tanto en el farmacéutico que está solo en un hospital, como en los servicios en los que somos una veintena. Puede parecer que esto va enfocado a los grandes hospitales, pero no es el caso. Esto es un mapa de ruta donde un hospital, con un único farmacéutico, puede decir a la dirección del hospital: “Yo quiero llegar ahí”. Es una guía para ver dónde se tiene que llegar.

P. ¿Y cuándo se empezará a implantar el proyecto?

R. Se ha presentado a la SEFH y quedará expuesto en la web, donde cada socio podrá enmendar y opinar. Cuando sea publicado, se hará la encuesta de situación para ver de dónde partimos y cómo estamos ahora y, a partir de ahí, cada año se irá mejorando. Esto es progresivo, el objetivo es 2020.

P. ¿No es muy lejano hablar ahora de ese año 2020?

R. En estos momentos la clave es disponer de farmacéuticos con formación suficiente para poder dialogar con el médico. La formación es clave para poder llegar a opinar ya de un tratamiento, de un protocolo… Por eso, los farmacéuticos FIR que se están formando son la clave de este futuro. Este proyecto 2020 no va para los jefes de servicio, muchos de los cuales estaremos jubilados, sino para los que van ocupando plazas de responsabilidad, que vienen muy bien preparados. Ellos son los que nos tienen que ayudar a llevarlo a cabo o a cambiarlo. Es un proceso no estático, de cambio, de debate.

P. Uno de los puntos más polémicos contenidos en el proyecto puede ser la prescripción. ¿Cuál debe ser el papel de los farmacéuticos en este tema?

R. Pretendemos que los farmacéuticos vayan participando en las decisiones. Si al farmacéutico lo vamos liberando de cargas burocráticas, le permitimos, con unos criterios y con unas priorizaciones, entrar en una actuación preactiva. No hablamos de cambiarle al médico los medicamentos que prescribe. Se trata, por tu categoría profesional, de ayudarle a elegir el mejor fármaco. La tendencia es tenerlo todo protocolizado, por lo tanto hay que intervenir antes de la realización del protocolo, no después.

P. Para que no haya discusiones en el momento de la prescripción.

R. Claro, es cuando se elabora el documento para las protocolizaciones de todos los tratamientos cuando el farmacéutico con su categoría profesional, con la medicina basada en la evidencia, tiene que ayudar a que se elija el mejor fármaco. Luego ya pasas a la actuación de ‘se cumple el protocolo’.

P. Y en la decisión del protocolo, ¿cuál debe ser la implicación del farmacéutico?

R. Los médicos no verán invadido su terreno, porque llevamos muchos años en los hospitales y ya se ve la importancia de tener un servicio de farmacia y de un farmacéutico al lado, que lo único que hace es ayudar, apoyar. Por lo tanto, no creo que haya ningún problema. No es un acto inquisitorio de imponer un fármaco, además, que no se podría porque la preinscripción del medicamento es responsabilidad única y exclusiva del médico, de lo que él decida.

P. ¿Entonces qué aporta el farmacéutico?

R. Añadiría otro valor, el valor de la experiencia científica y ver qué puede aportar. De lo que se trata es de que el paciente reciba el mejor tratamiento, por lo tanto todo lo que se haga va a favor del enfermo añade otro valor a lo que antiguamente se limitaba a compra y dispensación.

P. Pero estos protocolos ya existen en la actualidad, ¿no?

R. Sí, aunque ahora los farmacéuticos no participan en todos los campos. Pero aquellos hospitales que han tenido la oportunidad de tener algún farmacéutico, por ejemplo en Oncología, han comprobado que se ha producido un gran avance.

P. Entonces, ¿se quiere exportar este caso a otras especialidades?

R. Sí, al resto del hospital. A especialidades como Cardiología, Pediatría, Aparato Digestivo, Psiquiatría… En Nutrición, por ejemplo, hay muchos farmacéuticos que llevan muchos años, y en los hospitales pequeños el farmacéutico tiene que hacer de todo. Cada farmacéutico, con humildad, irá planeando cada año para llegar al 2020 a partir de una encuesta basal.

P. ¿Sería erróneo decir que el farmacéutico se convierta en un prescriptor de medicamentos?

R. Es totalmente erróneo. Este no es el objetivo, para nada, del Proyecto 2020. Y es algo que debe quedar muy claro. El médico tiene la responsabilidad de la preinscripción del medicamento, y la SEFH no va a ocupar ninguna parcela. Solamente el farmacéutico colaborará según los conocimientos que tenga y que aporte a una mejor selección del tratamiento del paciente.