Santiago de Quiroga
Somos nuestros peores enemigos para conseguir las metas que nos proponemos. Se tiende a creer que todo nos viene dado o nos influye. Desde la felicidad a la suerte. Nos decimos que debemos buscar la felicidad, como si estuviera fuera de nosotros. Y la suerte se la encuentra uno como quien se topa en la calle con un billete de lotería premiado, que ni siquiera hemos comprado. Somos así, y por eso una sociedad con gente que espera a que le llamen para Gran Hermano no parece una mina de talentos dispuestos a luchar por forjar su futuro. O sí.
A la dureza de un año sin escrúpulos, donde los errores de otros los ha pagado el sector sanitario, sólo le queda contar con el talento para reconducir la situación. Evitar las excusas, tomar la iniciativa y volver a enamorarse de un sector que cautiva, pero que también exige y golpea, como ahora. Si el entorno es malo para todos, no se arregla nada esperando a que la suerte venga a nosotros. La suerte favorece a la mente preparada (Albert Eisntein).
Los que tengan la responsabilidad, como profesionales que votan en colegios o patronales, o como primeros ejecutivos de sus corporaciones, deben asegurarse de contar con las personas capaces de trabajar en tiempos complejos. Es hora de nuevas ideas, ilusiones y energías. Los que traigan lamentaciones sólo están indicando que no están preparados. Ha llegado el momento de los muy capaces, de los que trazan su camino y lo siguen, a veces con rodeos, pero siempre con determinación. Ha llegado el momento de darles cancha.