Las aportaciones de15 instituciones y empresas nacionales costean las investigaciones de un centro con un método de financiación pionero
La creación de biotecnológicas ‘spinoff’ podría solucionar la situación de las 47 patentes pendientes de desarrollo con las que ya cuentan
“La imagen de la I+D española ha mejorado mucho”
En pleno debate sobre el presupuesto estatal destinado a la investigación, los expertos coinciden en señalar el retroceso que puede significar cualquier recorte en el área de I+D. “En mi opinión, es una equivocación, porque países como Francia o Alemania han aumentado la inversión a pesar de la crisis”, afirma el director general del CIMA, Fernando Errasti, que valora positivamente la gestión en ciencia de los primeros cuatro años de gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando se duplicó el presupuesto dirigido a investigación. “Estamos todavía en un porcentaje de PIB muy bajo en relación con los países líderes de la UE y, por supuesto, en relación con Norteamérica y Japón, por lo que tenemos que hacer un gran esfuerzo”, precisa.
Sin embargo, los análisis coinciden en el extraordinario avance de la ciencia española y la concienciación general sobre su importancia. “La imagen y la disposición general hacia la investigación en España ha mejorado muchísimo”, dice. En la lista de asignaturas pendientes en este ámbito, Errasti destaca una: “La gran falla que tenemos en este país es la inversión privada, y ésa es la gran diferencia que hay en entre Europa y Estados Unidos. Quizá el mundo de la biotecnología es todavía desconocido para los empresarios, para quienes esto queda aún lejos, no tenemos una tradición y repercute finalmente en el dinero que destinamos a esta área”.
En este sentido, el modelo de financiación creado en el centro de investigación navarro ha despertado el interés de muchos profesionales. “Ha venido a vernos mucha gente para informarse. Los últimos, un grupo de neurólogos norteamericanos con un proyecto en marcha en busca de inversores”, concluye.
Rocío Bueno
Pamplona
Aunque las cifras en España no lo reflejen con la misma claridad que en otros países, la complicada búsqueda de alternativas de financiación en el área de la investigación pasa también por el sector de las empresas privadas. El hasta hoy escaso protagonismo del empresariado en el impulso de la I+D constituye un déficit cuya resolución podría abrir una prometedora vía de financiación para los científicos españoles. Así lo demuestra la experiencia del Centro de Investigación Médica Aplicada (CIMA) de Navarra, un proyecto desarrollado por la Fundación de Investigación Médica Aplicada (FIMA) de la Universidad de Navarra a través de un novedoso modelo de financiación.
“Se nos ocurrió hacer una cosa parecida a lo que hacen los constructores cuando venden un piso que ni siquiera han empezado a construir. Nosotros decimos: ‘¿Por qué no vendemos la investigación? ¿Por qué razón la investigación no puede ser rentable?”. El planteamiento de Francisco Errasti, director general del CIMA, resume así un contrato con 15 empresas e instituciones nacionales a través del cual este centro privado —el único del país con estas características— recibe 15 millones de euros anuales durante un periodo establecido de diez años. El Corte Inglés, BBVA o el fondo del fundador de Inditex, Amancio Ortega, forman parte de la lista de 15 inversores que, a cambio, se benefician de la cesión del 80 por ciento de las patentes.
A los 15 millones de euros anuales aportados por empresas privadas el CIMA suma otros siete en distintas subvenciones, para reunir un presupuesto total de 22 millones al año. El pasado día 1 se cumplió el noveno de un contrato de diez. En mitad de la tormenta económica, es lícito dudar. ¿Qué pasa si las empresas no renuevan el contrato? “No contemplo esa posibilidad”, asegura Errasti, que precisa que “podría ocurrir que algunos de los 15 socios no renovase debido a la situación económica, sí. Alguno puede faltar, pero lo sustituiremos por otro”. De hecho, el responsable del CIMA asegura que ya han recibido muestras de interés por parte de varias instituciones para invertir en este proyecto.
Del laboratorio al paciente
El camino que recorre una molécula desde que se registra la patente hasta que llega a las manos del paciente es largo y complicado. La empresa Digna Biotech es la encargada de desarrollar y comercializar las patentes que salen del CIMA, que a día de hoy cuenta ya con 47. La más avanzada es la de la molécula p144, una crema indicada para el tratamiento de la esclerodermia. Según las previsiones del centro, este fármaco, ahora en fase III, llegará al mercado en un plazo de dos años.
Asimismo, también se encuentran en una fase avanzada de desarrollo una molécula contra el alzhéimer (fase II) y la cardiotrofina, una patente que ya existía y que se prueba ahora aplicada al tratamiento de distintas patologías hepáticas. En este último caso, la EMA ya ha dado el visto bueno para la utilización en la categoría de medicamento huérfano.
Dado el elevado coste del proceso, Digna Biotech busca socios a través de los cuales pueda canalizarse la financiación que haga posible la llegada al mercado de los nuevos fármacos. “Tenemos la obligación de acelerar la búsqueda. Se trata de medicamentos que pueden cambiar el modelo terapéutico y eso no puede quedarse en un cajón”, explica Jesús Hernández, subdirector del CIMA. Y es que, tal y como resume Errasti, una patente no sirve para nada si no se desarrolla. “¿Por qué te pagan muy poco por una patente? Porque para que llegue a constituirse como un fármaco, el proceso a seguir es largo, costoso y arriesgado”, indica.
En este punto se plantea como solución la creación de empresas biotecnológicas spinoff que se encarguen del desarrollo de las patentes. HepaCyL Therapeutics es un buen ejemplo, una empresa con sede en Valladolid dedicada a la comercialización de nuevos tratamientos contra la hepatitis C.
Sin embargo, esta labor no es fácil. “El ambiente no es el más propicio, encontrar socios que quieran participar en un proceso como éste, que a largo plazo puede tener mucho retorno pero que también tiene muchísimos riesgos, es complicado”, aseguran los responsables del centro.
Trabajo interdisciplinario
Inaugurado en 2004, el CIMA cuenta hoy con una plantilla de 420 profesionales de más de veinte países de Europa, América y Asia. Un total de 179 doctores trabajan en un grupo formado en su mayoría por biólogos, bioquímicos y farmacéuticos. Los equipos multidisciplinares se ocupan de cuatro áreas de investigación: terapia génica y hepatología; ciencias cardiovasculares; neurociencias y oncología. Además, cuenta con dos unidades de apoyo (proteómica, genómica y bioinformática; y morfología e imagen) y tres servicios de apoyo (animalario, biobanco y servicio de técnicas instrumentales).
Su localización en el campus pamplonés de la Universidad de Navarra, junto a la Clínica Universitaria, estrecha la colaboración con estas instituciones y beneficia los resultados de las investigaciones, cuyo objetivo final es —insiste el director del centro— mejorar la vida de los pacientes. “Al final, cuando la gente pasa delante de este edificio se pregunta: ‘¿Estos señores qué estarán haciendo por mi abuela que tiene alzhéimer o por mi padre que tiene cáncer de hígado?”, dice. La respuesta positiva a esta pregunta podría estar cada vez más cerca.