Pablo Martínez
Periodista e historiador
El abogado general del Tribunal Superior de Justicia Europeo Miguel Poiares Maduro, en su informe sobre la cuestión prejudicial relativa a los baremos para apertura de farmacias en el Principado de Asturias, dado a conocer el pasado 30 de septiembre, utilizó, en mi opinión, un ejemplo impropio. Poiares Maduro inició su informe de conclusiones diciendo: “La inquietud de que los farmacéuticos con necesidades de dinero puedan transigir con sus obligaciones profesionales no es nueva. Ha constituido una preocupación al menos desde que el Romeo de Shakespeare convenció a un infeliz miserable boticario para que le vendiera veneno”. Y poco más adelante, el abogado general del Tribunal de Luxemburgo añade: “Cabría decir que la cuestión esencial de este asunto es la de hasta qué punto garantizar la calidad de las prestaciones farmacéuticas requiere que algunos farmacéuticos se enriquezcan”.
Creo que la cita y la reflexión sobre la misma son totalmente inadecuadas y fuera de lugar. Sí los baremos asturianos son discriminatorios, como parece a la luz de la libertad de establecimiento que consagra el artículo 43 del Tratado de la Unión Europea, hay infinidad de ejemplos en la literatura para iniciar unas conclusiones con una cita brillante. En La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca, por ejemplo, se expresa con nitidez la injusticia derivada de la discriminación que se ejerce desde el poder contra el titular de un derecho.
La cuestión asturiana, y la de otras autonomías con baremos similares, tiene que ver con discriminaciones entre iguales, todos ellos farmacéuticos, por méritos pueriles. Nada tiene que ver, pienso, con la figura del boticario en Romeo y Julieta, un personaje de relleno, ajeno por completo al eje de la obra, un drama que se centra en las enemistades familiares, el amor imposible, el recurso literario de la muerta viviente y el equívoco. Ésos son los elementos manejados por William Shakespeare. El boticario, repito: un relleno, y la cita de Poiares Maduro, en definitiva, algo similar a aquel que coge el rábano por las hojas.