| viernes, 06 de enero de 2012 h |

Podríamos enredarnos en una metáfora y suponer que los farmacéuticos son guardianes del unicornio. Al cuerno de ese animal mitológico, cuya leyenda trajeron de la India exploradores macedonios, se le atribuían poderes curativos y cualidades del elixir de la eterna juventud. Propiedades terapéuticas y rejuvenecedoras, lo mismo que adjudicamos hoy a los medicamentos. En la farmacia precientífica, hasta el siglo XVII, se utilizaba polvo del supuesto pitón de unicornio como producto frente a la epilepsia, las convulsiones o como antídoto contra las bebidas venenosas. En realidad, se trataba de colmillo de narval, un cetáceo que capturaban navegantes escandinavos y con el que comerciaban en el resto de Europa aprovechándose de la leyenda.

En la España de hoy el unicornio no es otro que el SNS, y como el mitológico, gran parte de su poder y su fuerza reside en la prestación farmacéutica por sus capacidades terapéuticas. Pero escasean los pastos y los codiciosos cazadores le estrechan el cerco. Sí muere, su legendaria defensa no será más que un efímero trofeo al que solo llegarán, hasta que se agote, los pocos que puedan pagar su alto precio.

A los farmacéuticos, guardianes del unicornio, les corresponde en estos tiempos defender la vida del animal y preservarlo de sus depredadores. Hay en marcha dos estrategias para hacerlo que dependen de la colaboración de todos: el Pacto por la Sanidad y la cartera básica de servicios. Se trata de una oportunidad, el unicornio no puede ser bandera de facción sino refugio común de los que lo necesitan sin importar el peso de su bolsa. Tampoco pueden agotarse sus capacidades exigiéndole esfuerzos inútiles e ineficaces en términos de salud. La cartera básica de servicios es la ocasión de poner orden en toda la asistencia sanitaria, y dentro de ella a la prestación farmacéutica. Es factible: desfinanciar medicamentos con homólogos en publicitarios, establecer aportaciones según el nivel de renta con exenciones y condiciones especiales en casos de enfermedad crónica o multipatología… Hay muchas opciones para arrimar el hombro, colaborar. Salvemos al unicornio.