| viernes, 29 de enero de 2010 h |

Pablo Martínez. Periodista e historiador

Jano era el dios latino de los momentos en los que se traspasa el umbral que separa el pasado del futuro, razón por la que se le representó con dos caras, cada una mirando en una dirección, y se le dedicó el mes de enero (Ianuarius, en latín). Jano no tiene equivalente en la mitología griega, más proclive a la perfección identificada con la belleza y la simetría, mientras que Jano es la expresión de la asimetría, de principio y del fin, de la niñez y la vejez, de la pobreza y la riqueza.

Nuestro sistema sanitario, desarrollo del reconocimiento constitucional del derecho a la protección de la salud, nació basado en la simetría. Es decir, nacido en la idea de igualdad, de acceso universal, de gratuidad y de equidad. Se trataba de un objetivo encomiable, pero desde el principio se impuso la asimetría.

Lo era la dotación histórica de infraestructuras, acentuada con las transferencias de gestión sanitaria a las comunidades autónomas y su desigual esfuerzo presupuestario y, finalmente, la propia sostenibilidad del sistema y la crisis económica han planteado la firma del certificado de defunción del ‘café con leche para todos’, que es por donde parece que van los tiros del Pacto por la Sanidad y el nuevo Plan Estratégico de Política Farmacéutica.

A pesar de los excelentes resultados del crecimiento del gasto farmacéutico público en 2009, limitado por primera vez al 4,7 por ciento, el Ministerio de Sanidad y Política Social de Trinidad Jiménez insiste en la necesidad de realizar más ajustes para garantizar la sostenibilidad de la prestación farmacéutica. Entre las opciones que barajan se encuentra acentuar la asimetría en el lado de los pacientes: pasar más medicamentos a publicitarios, fijar un copago según la naturaleza del medicamento genérico o innovador, para crónico o para agudo. Las asimetrías del lado de los agentes del sector están agotadas. La contribución de las pymes oficinas de farmacia está siendo 2,87 veces mayor que las de la industria y esta última ha convencido al ministerio de que no puede más.