| viernes, 16 de abril de 2010 h |

Pablo Martínez. Periodista e historiador

El profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública Sergio Minué utiliza un ejemplo culinario para marcar la diferencia entre implicación y compromiso. Según dice, ante un plato de huevos fritos con jamón se puede afirmar que la gallina está implicada pero que el cerdo está comprometido. La metáfora me parece muy adecuada para traerla al terreno de la sostenibilidad económica del Sistema Nacional de Salud y la implicación y el compromiso de los distintos agentes.

Nadie pone en duda que todos estamos implicados en una sanidad pública de cobertura universal como la que disfrutamos. Una implicación que se ha traducido en pago de impuestos por parte de los ciudadanos, una gestión más o menos acertada de los servicios sanitarios por parte de las comunidades y unos proveedores de servicios y equipamiento que son tanto públicos como privados. Entre estos últimos se marcan las primeras diferencias de implicación. Dado que en el caso de los recursos humanos de provisión pública existe una mayor rigidez por derechos adquiridos, la elasticidad, a la baja en época de crisis, se ha centrado en los proveedores privados: retrasos en los pagos a los suministradores de equipamiento y, en el mundo del medicamento, estopa para toda la cadena: industria, distribución y oficinas de farmacia, aunque con diferente cuota para cada uno.

Estos proveedores privados son los que en los últimos años han dejado de estar implicados como las gallinas de nuestro plato y han pasado al comprometido y sacrificado papel del cerdo. El RDL 4/2010 es más de lo mismo para los ya comprometidos y nada para el resto del conjunto de implicados. Si a todos afecta la sostenibilidad del sistema sanitario público, todos deben desempeñar un papel equivalente al del jamón. No hay otra fórmula para conservar parte lo que tenemos y no se entiende tanta cobardía política para adoptar medidas estructurales, que no serán rechazadas si son adecuadamente explicadas.