Pablo Martínez
Periodista e historiador
Jean Parrot, en su despedida como presidente de la Orden de Farmacéuticos franceses la semana pasada, inició su alocución señalando: “”Los guardianes de venenos, los farmacéuticos, ejercen una profesión fuertemente regulada por leyes y reglamentos que, en la mayoría de los países, está agrupada en una organización profesional que es la responsable de controlar el acceso y velar por la deontología”. Parrot continúa haciendo un llamamiento a la unidad de los farmacéuticos dentro del reparto de papeles corporativos: los colegios dedicados a garantizar la calidad de la práctica profesional y los sindicatos, equivalentes en España a asociaciones empresariales, centrados en la defensa de los intereses económicos.
En mi modesta opinión se equivoca. No en el llamamiento a la unidad, sino en la reivindicación de delimitar el papel de cada organización. El farmacéutico de oficina no puede desligar calidad, dispensación activa y rentabilidad, se trata de un todo. Al igual que en la política y en la economía, ya no existen ideologías ni estructuras puras. En cualquier ámbito encontramos el mestizaje y los líderes de turno tratan de utilizar lo mejor de cada casa. Ante la crisis económica hemos escuchado a reconocidos liberales reclamando la intervención del Estado o vemos cómo regímenes socialistas reconocen las bondades del mercado.
Con las organizaciones de farmacéuticos ocurre algo similar. Extraños vericuetos del destino han hecho coincidir la salida casi simultánea de dos pesos pesados de la representación profesional: Pedro Capilla e Isabel Vallejo, ambos honestos y empeñados en la defensa de los intereses profesionales, pero muchas veces enfrentados por reivindicar esa separación estricta de papeles que predica Parrot. Sus sucesores no pueden perder el tiempo por un ‘me toca’ o ‘te toca’. En la actual coyuntura, la economía de las farmacias pierde rentabilidad con una celeridad alarmante y es necesario aplicarse. Que actúe el que pueda, no vaya a ser que salvada la naturaleza jurídica del modelo de farmacia en Tribunal de Luxemburgo éste se hunda por falta de viabilidad económica.