Pablo Martínez, periodista e historiador
El presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid, Alberto García Romero, ha calificado de “expolio a la farmacia” las consecuencias que para la misma representan los dos últimos decretos leyes aprobados en marzo y mayo. Ignoro si de forma consciente o inconsciente García Romero ha recurrido a la expresión de despojar a alguien de todo lo que tiene en su grado máximo, que, en la tradición cristiana, está representado por el momento en el que los soldados romanos, antes de crucificarle, despojaron a Jesús de la clámide (o hábito) púrpura que le habían puesto después de azotarlo y colocarle una corona de espinas.
Son muchos los farmacéuticos que sienten estar viviendo un calvario durante los últimos diez años. El Decreto Ley 5/2000 y fundamentalmente la voracidad de sus escalas pareja al crecimiento de la facturación, les colocaron un una vía de rentabilidad decreciente que amenazaba su sostenibilidad, pero llegado el presente año y antes de posibilitarse alternativas, como consecuencia de la crisis, se han desbocado las bajadas de precios y los descuentos. Aquello que se situaba como un negro presagio en el horizonte del 2014: la rentabilidad cero de las oficinas de farmacia pequeñas y medianas se ha precipitado al cortísimo plazo de los próximos meses.
Hay que aludir, por otra parte, al expolio añadido que va a suponer la depreciación de los stocks el 1 de junio al no existir un periodo de coexistencia de precios. La mayor parte de las existencias de las farmacias y de los almacenes de distribución al 31 de mayo valdrán un 7,5 por ciento menos al día siguiente. Carlos González Bosch, presidente del Grupo Cofares, ha señalado al respecto que en sólo una semana las pérdidas de la distribución ascenderán hasta los 14 millones de euros y que esa misma situación representará en torno a 8.000 euros por farmacia.
Se trata de un auténtico sinsentido fruto de la precipitación e improvisación de la norma. El empleo estable y de calidad que proporcionaban las farmacias va a ser la inmediata víctima de este tornado.