Pablo Martínez, periodista e historiador
Algunos de los que entre ustedes tienen la paciencia de seguir esta columna, siempre es agradable comprobar que hay alguien al otro lado, me han recriminado mi pesimismo sobre la sostenibilidad financiera del actual SNS, los pronósticos sobre los problemas que van a tener las administraciones públicas para pagar a sus proveedores a partir de julio o agosto, y la denuncia de que, incomprensiblemente, no se estén tomando medidas desde ahora mismo por mor del calendario electoral. Tengo que decirles que como periodista que lleva muchos años enredado en la información sanitaria, lamentablemente, no puedo ofrecerles otro análisis a partir de los datos de los que disponemos.
Si todo está perdido o no es casi imposible de pronosticar. La realidad es tan compleja y las variables tan numerosas que nunca podemos afirmar nada sobre el futuro, sólo hacer predicciones que el tiempo se encarga de verificar a favor o en contra. Hay algo, no obstante, que me gustaría compartir. El otro día escuche una intervención en la radio de Carlos Martínez, químico investigador en biomedicina que ocupó la presidencia del CSIC entre 2004 y 2008. Según señaló, en el mundo de la ciencia son frecuentes las “serendipias”, anglicismo que define los descubrimientos que son fruto de una combinación entre accidente y sagacidad y que procede del cuento tradicional persa: Los tres príncipes de Serendip, unos personajes que solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades.
Martínez recordó algunos ejemplos de serendipia en el mundo de la ciencia, entre los que se encuentran los descubrimientos de los rayos X, la penicilina o la Viagra, pero subrayó que a pesar de la casualidad del descubrimiento, en estos casos y otros muchos, el investigador estaba trabajando y, en consecuencia, muy atento a los resultados aunque éstos no tuvieran nada que ver con lo que inicialmente pretendía. En el caso de la actual agonía financiera de la sanidad española, necesitada de una serendipia para ahuyentar los malos pronósticos, sólo espero que todos los agentes implicados no dejen un minuto de trabajar, así, quizá nos salvaremos.