Pablo Martínez
Periodista e historiador
La historia de los seres humanos esta íntimamente ligada a la de las armas. Nuestra debilidad frente a los grandes depredadores y la habilidad prensil de nuestras extremidades superiores nos llevó en el origen de la evolución, posiblemente, a utilizar palos o piedras para la autodefensa. Posteriormente, esas herramientas elaboradas por nuestros antepasados fueron primero útiles para la caza para más tarde convertirse en instrumentos para la agresión y dominación de otros semejantes. Casi todas las armas desarrolladas a lo largo de la historia, y no cabe ninguna duda de que han sido muchísimas, en su génesis han tenido el mismo recorrido, que no era otro que el de la autodefensa o protección a caer, finalmente, en la agresión.
Recientemente se ha presentado el “Informe Anual de Oficinas de Farmacia 2009”, elaborado por la asesoría Aspime para el Club de la Farmacia de Almirall. En este informe, hay un capítulo que resulta especialmente interesante y que está dedicado a los números de la “farmacia tipo” española. Es decir, la que estos expertos de la asesoría Aspime consideran el promedio: 500.000 euros de facturación bruta al año; 73,5 por ciento de ventas a Seguridad Social; 9,36 por ciento de costes laborales; 11,56 por ciento de margen neto antes de impuestos; 8,18 por ciento de margen neto después de impuestos y 3,45 por ciento que está dedicado a inversiones.
Según explican los autores del informe Aspime, en esta “oficina de farmacia tipo española” la caída del margen bruto no es paralela a la del margen neto, debido a que se está estabilizando después de que todas las medidas empresariales han logrado frenar las pérdidas con contenciones de partidas de gastos. En pocas palabras, subsiste la “oficina de farmacia tipo española” con el esfuerzo de sus propietarios y la utilización de la contención de gastos como arma protectora. Ahora bien, como arma protectora comporta el riesgo de que las mejoras de gestión comiencen a ser agresivas para otros. Se trata de todo un dilema. El uso de la gestión como arma puede llevar, inevitablemente, a que se abra una gran brecha entre las farmacias hegemónicas y las otras.