| viernes, 05 de marzo de 2010 h |

Marta Ciércoles es periodista del diario ‘Avui’

Me explica una farmacéutica de Barcelona que, muchas noches, cuando le toca hacer guardia en su farmacia atiende, a lo sumo, a dos o tres usuarios. A veces, los clientes ni acuden a la oficina por motivos de urgencia y muchas dispensaciones ni siquiera son medicamentos, sino productos de parafarmacia. Esta farmacéutica está convencida de que abrir una noche a la semana, tal como en su caso estipulan los turnos de guardia, le supone una pérdida de tiempo y, sobre todo, de recursos que, en su opinión, no está justificada ni por la demanda ni por las necesidades reales de la población. El caso de esta farmacéutica es uno más de los que refleja un estudio reciente elaborado por la Asociación de Farmacias de Barcelona (AFB) y la Cámara de Comercio, según el cual, las farmacias de la provincia de Barcelona atienden a nueve clientes a lo largo de toda una noche de guardia, de diez de la noche a nueve de la mañana del día siguiente. Evidentemente, se trata de un promedio, porque se estima que el 16 por ciento de las oficinas no realizan ni una sola dispensación en toda la noche.

La principal conclusión del estudio es que el servicio nocturno de guardias está infrautilizado y, en consecuencia, los farmacéuticos plantean abiertamente a la Administración sanitaria y a los ciudadanos la necesidad de confeccionar un nuevo sistema de guardias que permita ofrecer un servicio de calidad con un número menor de oficinas abiertas durante la noche. Para ello, sería necesario reformar el actual decreto que regula los servicios de urgencia de las oficinas de farmacia en Cataluña, lo que a priori complica un poco las cosas. Sobre todo, porque se trata de un servicio que a la Administración le supone un coste cero y porque cualquier medida que pueda dar la sensación a los ciudadanos de que se reduce un servicio público —y más aún si es sanitario— resulta, a priori, impopular.

Al ciudadano le importa más bien poco que a las farmacias una guardia les suponga más gastos que ingresos. Según el estudio de la AFB, el 91,5 por ciento de la población está satisfecha con el actual servicio. El usuario, por regla general, sólo tiene en cuenta su caso particular, su necesidad puntual. Para la mayoría, lo que importa es disponer de una farmacia de guardia cuando lo necesitan sin que ello suponga hacer grandes desplazamientos. Los datos estadísticos no dejan de ser algo demasiado alejado de sus intereses.

El estudio de la AFB destaca que el 47 por ciento de las dispensaciones que se hacen de noche no corresponden a urgencias y que el 14 por ciento no son medicamentos. Los profesionales argumentan, no sin razón, que los datos demuestran que el servicio está sobredimensionado y que no se ajusta al nivel de urgencia real, lo cual supone un sobreesfuerzo para muchas farmacias, sobre todo en municipios pequeños, donde a menudo las oficinas deben permanecer de guardia varias noches a la semana. El tema está ya sobre la mesa. La Administración debe, al menos, escuchar todos los argumentos.