| viernes, 24 de septiembre de 2010 h |

Marta Ciércoles es periodista del diario ‘Avui’

Tengo la costumbre de escuchar conversaciones ajenas cuando viajo en transporte público. A falta de lectura, me mantiene entretenida y hace que el trayecto de un lugar a otro me resulte más ameno. A menudo me divierto con las trifulcas de unos y otros, y no en pocas ocasiones aprendo algo nuevo. O, simplemente, tomo el pulso de lo que piensan muchos ciudadanos acerca de cuestiones de la actualidad. Pero también hay ocasiones, las menos, en las que escucho cosas que me ponen los pelos de punta y debo contenerme para no intervenir.

Así, hace pocos días viví una de esas situaciones. Dos hombres hablaban en el metro de enfermedades, especialmente de cáncer. Recordaban historias de amigos y familiares afectados por la enfermedad. Uno de los hombres citó el caso de un amigo joven, que sufría cáncer de pulmón. “Hacía deporte, ni fumaba, ni bebía, ni tomaba nada raro y casi no salía de fiesta”, le contaba a su interlocutor. “Cuando ves lo que pasa, piensas: voy a fumar todo lo que me dé la gana…”, concluyó. Fue el razonamiento realizado por esta persona lo que me puso de los nervios ese día, porque constituía el ejemplo más claro de lo poco que valen en ocasiones los mensajes de prevención frente a la mala costumbre que tenemos los humanos de convertir la excepción en categoría y de llegar a conclusiones según nos convenga.

Pocos días después del episodio del metro, conocí algunos datos que aquel hombre y muchos otros que podrían razonar de forma similar deberían tener presentes. Fue en un congreso sobre radioterapia celebrado en Barcelona. El coordinador científico de la Estrategia Nacional de Cáncer del Ministerio de Sanidad y Política Social, Josep Maria Borràs, recordó las previsiones de evolución del cáncer en nuestro entorno para los próximos años. Según ha puesto de manifiesto la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer (IARC), los casos de cáncer experimentarán un incremento del 15 por ciento en Europa de aquí a 2020 y nada menos que del 30 por ciento en España, uno de los países donde el aumento será mayor. ¿La causa? Sobre todo, este incremento estaría motivado por del envejecimiento de la población, pero también por los malos hábitos de esta misma población, básicamente el tabaquismo y la falta de una dieta equilibrada y de ejercicio físico.

Para muchos, por ejemplo, para el hombre del metro, se tratará del discurso de siempre y aunque es cierto que una vida saludable no nos garantiza al cien por cien estar libres de cualquier enfermedad, al menos nos ofrece más probabilidades de ello de las que tendríamos de convertirnos en millonarios jugando a la lotería o a otro juego de azar. Hablar del coste económico que el incremento de casos de cáncer tendrá para la sanidad pública requeriría otro artículo. O, mejor, de hecho, unos cuantos. Pero los ciudadanos a los que a veces les da por pensar como el hombre del metro no deberían olvidar que el dinero para pagar medicamentos, hospitalización y tratamientos no sale de debajo de las piedras.