El nombramiento de Leire Pajín como ministra de Sanidad supone un desprecio
al sector, y lo condena a seguir en la parálisis en la que está durante toda la segunda legislatura
Tres ministros de Sanidad en poco más de 18 meses. Ésta es la foto que mejor refleja el interés que tiene por este asunto el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Pero la foto del despropósito a esos cambios se completa que el hecho de que la última agraciada con la lotería haya sido Leire Pajín y el hecho de crear un ministerio en el que cada vez que se remodela el Gobierno, la Sanidad es despreciada y pierde peso en beneficio de otras cuestiones mucho menos trascendentales.
Con la decisión tomada la semana pasada, el presidente del Gobierno ha condenado al sector a un nuevo periodo de incertidumbre y parón que, siendo grave en cualquier otro ámbito de la vida política lo es aún más en la Sanidad y especialmente en el área farmacéutica por la extremada intervención pública a la que se someten.
Este parón, además, se va a ver potenciado por la total inexperiencia de Pajín en materia sanitaria, de modo que a causa el periodo de aprendizaje que tendrá que llevar a cabo, todo parece que la legislatura en materia sanitaria pudo haber terminado la semana pasada. Y lo grave es que ya llevamos en esta situación desde abril de 2009, fecha en que llegó a Sanidad Trinidad Jiménez.
Total, que para cuando haya un ministro o ministra de Sanidad capaz de empezar a tomar decisiones, con las elecciones y el probable nuevo cambio en el sillón que preside el Consejo Interterritorial del SNS, nos habremos metido de lleno en 2013. Habrán sido cuatro años de travesía en el desierto para un sector y una prestación más necesitados que nunca de liderazgo.
La parálisis legislativa en materia sanitaria de esta legislatura es alarmante. La Ley de Garantías tiene ya más de cuatro años y todavía quedan desarrollos reglamentarios muy importantes que llevar a cabo. O Pajín se desentiende y deja hacer a José Martínez Olmos, o no veremos siquiera el II Plan Estratégico de Política Farmacéutica, el sectorial para la industria farmacéutica o simplemente los reales decretos que el sector lleva esperando ya más de tres años. Una incertidumbre con la que ya no podemos seguir.