Lo que en ningún momento consiguió el dictamen motivado abierto por la Comisión Europea contra el Reino de España por la regulación de su modelo farmacéutico parece que sí lo ha conseguido el Gobierno con la aprobación del Real Decreto Ley 8/2010. El sector de oficina de farmacia está intranquilo con las medidas de recorte del gasto establecidas por el Gobierno y, sobre todo, parece que cada uno tira por su lado sin tener en cuenta que, precisamente, ahora es el momento de mostrarse más unidos que nunca.
Se puede decir que esa unidad se escenificó en la movilización, junto a otros compañeros sanitarios, que tuvo lugar el pasado sábado a las puertas del Ministerio de Sanidad. O que se demostrará esta semana con los paros que tendrán lugar en las farmacias de la Comunidad Valenciana. Pero, por muy loable que puedan parecer estos movimientos, que sin duda lo son porque cada cual es dueño de sus enfados, reivindicaciones y angustias, no parece que remar aisladamente sea más productivo que hacerlo en común.
Por otro lado, está la actitud del Consejo General. Su postura es mantener que una vez que el daño está hecho y no hay, de momento, vuelta atrás, lo que se debe hacer es tratar de que ese daño sea el menos. Loable también, por supuesto. Así lo han entendido los presidentes colegiales, que han dado un apoyo mayoritario a dar luz verde al Consejo General para que se materialice el fondo de garantía propuesto por Farmaindustria. La solución parece ser la menos mala, pero hay que anticiparse a los acontecimientos antes de llorar por ellos.
Luego está FEFE, que denuncia por activa y por pasiva la presunta ilegalidad de ese fondo de garantía (”corralito”, según dicen) y amenaza con llevarlo a los tribunales e incluso ante la Comisión Europea. Sí, también es loable la postura empresarial de no querer conformarse con un acuerdo en el que no han participado y en el que está en juego su dinero. Por supuesto. Pero eso de sacar a relucir ahora la Comisión Europea es como nombrar la cuerda en casa del ahorcado. Prudencia a todos, unión y a anticiparse a los hechos.