LUCÍA GALLARDO
Barcelona
La declaración de Bolonia, por la que los países deberán adaptar en 2010 sus sistemas educativos al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), tiene a los estudiantes en pie de guerra. Farmacia, Medicina o Veterinaria quedan al margen de la controversia en cuanto a la reducción de los años de las carreras, aunque los alumnos de Farmacia tienen sus batallas particulares.
La convergencia europea en educación ha obligado a las universidades a modificar sus planes de estudios para adaptarlos a los preceptos de Bolonia, en lo que, según parte del profesorado y alumnado, ha significado la pérdida de una oportunidad para acercar los estudios de Farmacia a la realidad del mercado laboral.
A este respecto, la Asociación de Estudiantes de Farmacia de la Universidad de Barcelona (UB) considera que el nuevo plan puede dificultar la entrada en el mercado laboral, ya que en el tercer curso deberán escoger entre dos especialidades, farmacia industrial e investigación farmacéutica, por un lado, o farmacia asistencial y análisis clínicos, por otro. Para esta asociación, “separar a los estudiantes en dos ramas hará que los futuros licenciados no tengan una formación tan generalizada en todos los campos, lo que limitará mucho las salidas profesionales”.
Además, según apuntan desde otra asociación de alumnos de la UB, Asamblea Farmacéutica (AF), la decisión de optar por una u otra vía de especialización se hará de forma prematura, sin que el estudiante tenga clara la opción a elegir. Pese a estas quejas estudiantiles, el decano de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, Antoni Díez, asegura que el nuevo plan de estudios sí se ha orientado al mundo profesional. “Hemos intentado ajustarlo al máximo la realidad”, afirma.
Otra de las críticas de los estudiantes es que, según Bolonia, los créditos anuales a realizar pasan de 345 a 300, lo que provocará un déficit de formación. Sin embargo, Conxita Amat, jefa de estudios de la Facultad de Farmacia de la UB, explica que este cambio responde a la filosofía de Bolonia de reforzar el trabajo del alumno fuera de las clases presenciales y que el aprendizaje sea más activo.
Respecto a la idea de que la evaluación sea más continuada, AF señala que una mayor exigencia chocará con la necesidad de muchos alumnos de compaginar carrera y trabajo. Sin embargo, Amat recuerda que el nuevo plan de estudios prevé la situación de “estudiante a tiempo parcial”.
En cuanto a la perspectiva de los profesores, muchos consideran que los nuevos planes de estudio alejan a la universidad de la profesión, ya que dan prioridad a asignaturas más científicas, como química, biología o química, en vez de potenciar materias con un interés más práctico, como la farmacia en Atención Primaria. Con esta idea coincide Eduardo Luis Mariño, director de la Unidad de Farmacia Clínica y Farmacoterapia de la UB, que opina que “se ha dejado pasar la oportunidad de formar al farmacéutico como profesional sanitario, según recoge la ley de las profesiones sanitarias”.
Que siga existiendo un buen número de asignaturas de las ciencias básicas se explica, en parte, porque las universidades se ven obligadas a mantener al profesorado que imparte ahora esas materias. A este respecto, Díez reconoce que existen dificultades para adaptar el profesorado a las nuevas necesidades educativas, mientras que para Mariño estos profesores deberían reubicarse entre las facultades propias de las asignaturas que imparten.