| viernes, 01 de octubre de 2010 h |

Santiago de Quiroga

El Pacto sanitario se ha caído por la borda del barco de la política. Ni pacto ni acuerdo en asuntos que nos interesaban a todos: sostenibilidad, financiación, premiar la innovación, impulso de los genéricos, papel del farmacéutico… Y ahora, ¿qué? Usted, querido lector, tiene ya la información sobre si la actual ministra de Sanidad es ya o no candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, cuyas primarias fueron el pasado domingo, mientras el que escribe lo hace el viernes anterior. Así que no haré mención a lo que se vaticina sobre Trinidad Jiménez: hoy ya es un hecho. Sea cual sea el resultado, quizá la próxima crisis anunciada para este viernes nos traiga nuevo ministro o ministra de Sanidad. Confío que el nombramiento de alguien inesperadamente incapaz, si ese fuera el caso, no haga que me tire al monte y aparque la moderación de la que siempre he hecho gala.

Lo que está claro es que para poder pactar uno debe querer cumplir el objeto del mismo. Y aquí no cumple nadie: la cara de tontos que se les ha puesto a algunos, el que escribe incluido, tras ver que el acuerdo de 180 millones de euros en tres años con las autonomías era arrollado por RD. CiU y PP ya dicen que no puede haber pacto, y a pesar de que los trabajos de la Subcomisión no tienen nada que ver, dicen, con la actividad institucional del ministerio sin ministro, aquí no pasa nada. Pero nos hemos quedado sin pacto.