| viernes, 04 de junio de 2010 h |

Santiago de Quiroga

Muchas cosas están ya cambiando. Y la forma en que la inversión en cualesquiera de las I+D+i va a transformarse no gustará a algunos. Durante años hemos hablado de la necesidad de incrementar la inversión en investigación. Pero hablamos de una inversión que, en ocasiones, no tiene una aplicación inmediata y responde a criterios académicos. Sí, ahora nos dirán que se están redoblando esfuerzos en la investigación traslacional, pero cuando la iniciativa privada no participa activamente en la inversión y no puede recuperar la misma, eso es lo más parecido a pagar una cuota o impuesto con cargo a la cuenta de resultados de la compañía. Y esto va a cambiar.

Las compañías tienen que tener la oportunidad de recuperar lo que invierten vía rendimiento económico, ni siquiera a través de potenciales patentes —que deberían compartir con varios investigadores y compañías y eso hace estas patentes menos atractivas—. El modelo de ‘tú paga que yo ya…’ está llegando a su fin por muerte asistida. En el camino se lamentarán buenos investigadores, y puede que médicos menos brillantes pero más pragmáticos atraigan la atención de fondos de inversión que se pongan al servicio del empleo y de la asistencia sanitaria. Y muchas CC.AA. lo verán como un instrumento para atraer fondos europeos, de organismos estatales y de las compañías que se han cansado de regalar.