| domingo, 21 de junio de 2009 h |

Santiago de Quiroga

En Madrid, de forma periódica, se recrudece un debate ficticio respecto a la supuesta privatización de la sanidad, que en realidad sólo afecta desde el punto de vista laboral a posibles funcionarios que, en lugar de ser tales, son asalariados como la inmensa mayoría de españoles. Ni médicos ni enfermeros, que militan en sindicatos independientes como CESM y Satse, respectivamente, hacen caso de los cantos de sirena de otros sindicatos que en la sanidad vienen perdiendo el pulso en estos últimos años. Y es que CC.OO. y UGT sólo parecen convencer al personal sanitario menos cualificado, precisamente aquel que está siendo subcontratado para no engordar la sanidad pública.

Es legítimo que una organización, y un sindicato con más motivo, luche por sobrevivir. Pero no se deben disfrazar los problemas de fondo con discursos políticos extremos que llaman a una movilización contra un enemigo que no existe. El ‘monstruo’ del que los sindicatos CC.OO. y UGT hablan —en Madrid especialmente— es la supuesta privatización de la sanidad pública. Un documento reciente de la Fundación Alternativas que analiza los sindicatos, fundación que cuenta con José Luis Rodríguez Zapatero entre sus patronos, no puede ser más claro: “…toda una industria de entretenimiento de funcionarios sindicales que simula una fuerza sindical.” El resultado de esto: los profesionales eligen sindicatos modernos e independientes.