Santiago de Quiroga
Es un mérito que en ocasiones no se observa en los ministros de un Gobierno: que consiguen aunar esfuerzos y conseguir que la pugna política ceda el paso al consenso. La ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, está siendo la mejor arma del Gobierno contra los problemas de salud pública que se nos vienen encima. Aunque un exceso de coordinación pueda hacer que algunas comunidades autónomas recuerden que “la sanidad está transferida”.
Y esto es así, porque en una coordinación adecuada, el Estado se hace con competencias que son cedidas para ser luego recuperadas: en las comunidades autónomas adaptan por el interés común posturas que interesa al bien de la población. Pero para hacer esto, las autonomías deben percibir que el Gobierno sabe a dónde va. Y es ése precisamente el mérito de Jiménez: conseguir el liderazgo que necesitaba el SNS. Nadie puede evitar lo inevitable: la pandemia vendrá (de hecho, ya se puede decir que está aquí). Sólo espera al invierno. Lo que sí tenemos ahora es un liderazgo y un sentido de estado por parte de los consejeros de Sanidad. Todos saben que lo mejor que pueden hacer por los ciudadanos que han confiado en ellos es trabajar de forma conjunta.
Jiménez ha sabido también situar en el contexto adecuado el lamentable error que condujo al fallecimiento del bebé Ryan. Y es que la responsabilidad de Gobierno hace crecer a algunos políticos.