| viernes, 15 de enero de 2010 h |

Santiago de Quiroga

No es la primera vez, ni será la última, que veremos nuevamente la “teoría de las conspiraciones”. Veremos noticias de compañías sin escrúpulos que presionan a quién sabe quién para conseguir “vender más medicinas”. Ahora toca vacunas. No importa que la OMS haya dicho que no han tenido presiones de ningún tipo. Ni siquiera que la comisaria de Salud de la CE, la saliente Androulla Vassiliou, decidiera motu proprio, convertir en prioridad la prevención de la pandemia de gripe H1N1, como la presidencia sueca que precedió a España. El recién llegado comisario John Dalli —en una DG reforzada en competencias— no ha ayudado al anunciar que investigará si ha habido presiones por parte de los fabricantes de vacunas. La investigación mostrará que sí ha habido presiones: para tener a tiempo vacunas que necesitaban los diversos países, para que se pudiera garantizar una cobertura poblacional amplia que solicitaban las autoridades, no podía fallar el suministro.

Es el tiempo de los tertulianos que saben de todo y también de las “presiones” de la industria. ¿Alguien cree que Trinidad Jiménez ha recibido presiones? Su capacidad de hacer frente a lo que sigue siendo un problema es algo que no debemos olvidar. El problema es otro: ¿por qué a un paciente cardiópata, hipertenso, de más de 65 años, su médico le ha dicho que no se vacune?