| viernes, 23 de octubre de 2009 h |

Santiago de Quiroga

El reciente Consejo Interterritorial ha tenido una agenda densa, aunque mediáticamente la pandemia de gripe H1N1 vuelve a marcar la pauta. El consenso vuelve a ser la baza de una de las ministras mejor valoradas del Gobierno: Trinidad Jiménez. Y no es casualidad. Si a un político se le aprecia más cuanto más cumple con sus promesas, Jiménez cultiva simpatías en un amplio rango de sectores sanitarios y sociales. Los consejeros de Sanidad reunidos hace meses recibieron la noticia de boca de la ministra: “Me gustaría un plan de vacunación a nivel de Estado frente a la gripe H1N1”. La respuesta fue unánime: todos mencionaron las dificultades financieras y que deberían contar con el apoyo económico del Gobierno.

La ministra cogió su móvil y realizó una rápida llamada: “Presidente —dijo—, necesito apoyo para el plan contra la gripe pandémica”. La respuesta fue todo una muestra de confianza: “Trinidad, lo que necesites”. Y es que la ministra Jiménez empieza a cosechar simpatías de uno y otro lado, algo que pocos políticos consiguen. Ha demostrado que la capacidad y la inteligencia política para un ministerio como el de Sanidad sí es garantía de éxito, más que la experiencia. Porque ser ministro es otra cosa. Jiménez es uno de los principales activos de este Gobierno, un mérito ganado con inteligencia y con un gran equipo.