Santiago de Quiroga
Ha coincidido en el tiempo, pero la adaptación de los estatutos y su adecuación a la normativa europea y a los nuevos tiempos era una renovación necesaria. Y no es un reto fácil.
La presidenta Carmen Peña tendrá que conseguir contentar a grandes, medianos y pequeños. A colegios diversos que desean que sus intereses prevalezcan, y así el de sus colegiados. Todo un ejercicio de consenso, cuando éste sea posible. Pero también será una forma de conocer a la Peña decidida a ir hacia adelante, sin rémoras ni contemplaciones. Difícil equilibrio, pero que no le es extraño.
Los estatutos deberán poner en marcha mecanismos nuevos hasta ahora: desde una moción de censura hasta el peso ponderado de cada colegio en las votaciones, pasando por la limitación de cargos. Y es que las trasposiciones europeas y la evolución del funcionamiento de las instituciones tienden a una mayor transparencia que beneficia a colegiados, colegios y a su máximo órgano de representación, el Consejo General. La presidenta de esta institución ya llevó al pleno del Consejo el cambio de estatutos el pasado septiembre. Ahora toca debatirlo, encajar la regulación europea e introducir elementos nuevos.
Será muy interesante seguir qué propuestas se realizan y quién las defiende, lo que será un ejercicio de transparencia en sí mismo, que permitirá conocer la visión de los presidentes colegiales.