Santiago de Quiroga
Quizás es el comienzo de un cambio de actitud en lo que ha sido una tónica general de nuestra sanidad desde la democracia: la preocupación exagerada, al menos en términos relativos respecto al resto de Europa, por no facilitar el desarrollo de medicamentos sin receta.
A un lado, Reino Unido, en el extremo más opuesto de la libertad del individuo en relación al acceso a medicamentos sin receta seguros y cuya supervisión realiza el farmacéutico. En el otro extremo, España, que no posee algo tan común como el omeprazol DCI como medicamento sin receta, como existe en el resto de Europa. Pero no hay que buscar culpables, porque la cultura y nuestra particular política sanitaria universal y gratuita llegan muy lejos. Es la cobertura española universal de siempre, pero que no consigue avanzar en algunos aspectos, como sí ha realizado el resto de socios europeos.
La gratuidad, y sólo la gratuidad, es lo que más diferencia, desde un punto de vista estadístico, a España del resto de países. Vean los datos.
Pero las cosas pueden cambiar: si otro argumento que todos los titulares del ministerio han esgrimido era la seguridad, además, ahora ya hay un precedente que nos pone a la vanguardia de Europa, junto con Reino Unido. La píldora postcoital, cuestiones éticas aparte, abre el camino de los medicamentos sin receta en España.