El presidente de la patronal farmacéutica europea, PGEU, Maximin Liebl, ha señalado su decepción con el hecho de que el Gobierno español vuelva a estudiar medidas “liberalizadoras” de la farmacia tras la decisión del Tribunal de Luxemburgo, el cual avaló las restricciones a esa apertura de propiedad de la farmacia y otras medidas. Las farmacias pueden contribuir a mejorar la eficiencia y rentabilidad de los sistemas sanitarios. Por rentabilidad entendemos que los ingresos superen a los gastos. Esto es nuevo en España, donde se ha gastado lo que no se tenía, y de ahí los impagos y los recortes que a nadie gustan.
Liebl reconoce que puede haber polimedicación en ciertos casos y sobreconsumo de medicamentos, lo que implica la oportunidad de dar al farmacéutico un mayor protagonismo. La farmacia española ha sufrido 12 medidas desde 2000, pero el ataque más peligroso, por sus consecuencias, viene del Ministerio de Economía, de la Comisión Europea, del Fondo Monetario Internacional e incluso del Banco Central Europeo. Lo que les convierte en un peligro común es su idea de que la liberalización es buena. En ausencia de monopolio y cuando no se beneficia el paciente (el precio del medicamento no bajará) no tiene sentido insistir en desregular.
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