Santiago de Quiroga
Que el debate es necesario en todos los ámbitos de la sociedad es algo que no se nos escapa a nadie. La mayoría de las personas son moderadas en sus actitudes, lo que no excluye la vehemencia o la indignación cuando la situación lo requiere. El debate es bueno, y en la sanidad es especialmente recomendable. Lo es porque la sanidad es plural, con muchas ideas, posturas, sensibilidades, actitudes y un sinfín de connotaciones que hacen de este sector nuestro, uno de los más peculiares que existen. Quizás, de este hecho no somos tan conscientes los que estamos inmersos en él. Hace poco hemos tenido unas elecciones donde la generalidad de los votantes, resultados aparte, clamaba por algo que ha ocurrido en todos los países de la UE; se ha hablado de todo menos de Europa. En sanidad, en ocasiones, parece que se discute demasiado, porque estamos en medio de un campo de batalla —nunca mejor dicho— que tiene un alto impacto mediático. La realidad, en ocasiones, es mejor que la ficción de la guerra política. En estos últimos días he podido hablar con algunos de los líderes de la sanidad en España, y todos sin excepción coinciden en un hecho: España está trasladando una imagen de coordinación, eficacia y capacidad de afrontar problemas de gran magnitud, a propósito de la gripe A. Lo que demuestra que, cuando hay voluntad, todos se ponen de acuerdo.