| domingo, 30 de agosto de 2009 h |

Santiago de Quiroga

Siempre hemos visto a Europa como ese lugar físico que es Bruselas o Estrasburgo, y nos olvidamos de que Europa se hace en cada uno de los Estados miembro, en un proceso que se retroalimenta. De esta forma, alrededor del 75 por ciento de la regulación sanitaria española son transposiciones de directivas europeas. Y, sin embargo, la sanidad forma parte de la excepcionalidad que conocen muy bien los farmacéuticos de oficina de farmacia: es el derecho exclusivo para que cada país decida qué sanidad quiere según los intereses de cada uno.

La sanidad es materia reservada de cada país y la Comisión Europea tiene aparentemente poco que hacer. Pero la realidad es que ahora conviven tanto las voces que claman por una sanidad europea (una corriente, sólo eso) con un aterrizaje de muchas transposiciones que afectan a la sanidad: profesionales sanitarios, regulación de establecimientos, movilidad de profesionales y pacientes, titulaciones, regulación en materia de medicamentos… Todo está siendo abordado desde el punto de vista legislativo. Para algunos países, es el apoyo de la regulación comunitaria el argumento que se utiliza para reclamar mayor transparencia en las aprobaciones de medicamentos, o una regulación local acorde con las directivas europeas en materia de publicidad de medicamentos sin receta. Cada vez más, la Unión Europea será clave en materia sanitaria, a pesar de todo.