| domingo, 06 de septiembre de 2009 h |

Santiago de Quiroga

Irlanda nos ha mostrado en las últimas semanas un escenario real de conflicto entre las farmacias y el Gobierno. ¿La razón? Una rebaja provocada por la tan manida crisis, por la que la ministra irlandesa de Sanidad, Mary Harney, quería rebajar un tercio el margen de los medicamentos financiados por el sistema público irlandés. Los farmacéuticos irlandeses han quedado divididos. Mientras que algunos de los independientes (o de los propietarios no farmacéuticos) retaban al Gobierno y rescindían temporalmente el contrato de suministro de medicamentos, otros decidían no enfrentarse al Gobierno.

Para ganar la batalla, que no tiene precedentes en la República de Irlanda, ha bastado que poco más del 30 por ciento de las farmacias se negase a dispensar medicamentos financiados con dinero público. La ministra de Sanidad irlandesa no se quedó de brazos cruzados y, apoyada por las farmacias hospitalarias del sistema público, lanzó su plan de contingencia. ¿El resultado? Desabastecimiento, ausencia de medicamentos en las farmacias que soportaban la demanda incrementada y las enormes colas que se formaban. Todo ello ha provocado que se siente a negociar, nuevamente.

Ahora ya sabemos que algunos planes de contingencia sólo funcionan sobre el papel. Mejor es sentarse y dialogar, que usar una hipotética posición de fuerza que, en realidad, no se tiene.