Santiago de Quiroga
Cataluña siempre ha ejercido un papel moderador en el ámbito de la política sanitaria. Lo ha hecho independientemente de su orientación política (convergentes o socialistas), y lo ha hecho porque tiene diputados y senadores que pueden ejercer ese papel. No es menos cierto que cuando más ha influido Cataluña en la política sanitaria ha sido cuando los partidos que gobiernan en España y en Cataluña son diferentes. Las razones son fáciles de intuir, pero se pueden resumir en el dicho: “En casa del herrero cuchara de palo”.
Probablemente, autonomías con una trayectoria sanitaria relevante como la Comunidad Valenciana, Madrid, Andalucía o País Vasco podrían ejercer ese papel, pero el peso de las urnas y sus diputados autonómicos le da una cierta ventaja a Cataluña. Y ahora parece que se están calentando motores. El presidente José Luis Rodríguez Zapatero sigue teniendo una deferencia especial hacia CiU, a quien trata como un socio de Gobierno, sin serlo. Por otro lado, las encuestas de las próximas elecciones en Cataluña apuntan a que una mayoría quiere un cambio (otra cosa es cómo se armará el mismo).
Marina Geli puede estar contenta de sus logros. Deja dos mandatos de balance positivo. Quizás no se le ha hecho más caso por ser del mismo partido que gobierna en España. Pero las cosas pueden cambiar tras las elecciones de junio.