El objetivo del Gobierno catalán en materia farmacéutica no es crear la Agencia Catalana del Medicamento, sino “tener una política del medicamento normativamente blindada”, cuyo principal instrumento será la Agencia. Así lo explicó el consejero de Salud, Antoni Comín, durante la presentación del Plan de Salud 2016-2020, el primero que potencia esta área de una manera cuantitativa y cualitativa a través de cinco ejes. El primero de ellos marca la agenda catalana de la innovación, con la definición y ejecución de un plan de acceso y pago que responda a la necesidades detectadas de implementar una metodología y destinar los recursos necesarios para “anticiparse y planificar” el acceso de la innovación futura.
Junto a este plan, la creación de la Agencia Catalana del Medicamento, la incorporación de criterios de coste-efectividad y la participación de los pacientes en la armonización de medicamentos y en los procesos de toma de decisiones en el ámbito farmacoterapéutico son otros de los ejes de trabajo contemplados para cumplir este objetivo de garantizar el acceso a los nuevos medicamentos de acuerdo con las necesidad de la población y en un entorno sostenible. Este proyecto se completaría con la creación de un “radar de la innovación farmacológica”, tal y como ya adelantó el gerente de Farmacia del CatSalut, Antoni Gilabert.
En línea con el plan programado de aquí a 2020, otro de los ejes del Plan gira en torno a la compra y financiación de los medicamentos por resultados mediante un impulso continuista a la política llevada a cabo en los últimos años. Cataluña aplicará modelos innovadores para la financiación de la medicación hospitalaria (tarifas por proceso, pago por resultados…); desarrollará experiencias de compra de medicamentos hospitalarios de forma mancomunada entre todos los centros y extenderá a todo el territorio los acuerdos de riesgo compartido. Entre los pases previos a dar, Cataluña se ha marcado la creación del órgano coordinador de precios y compra de medicamentos del Siscat.
Ir más allá del gasto farmacéutico
El plan apuesta por articular una “visión transversal” del fármaco que vaya más allá del gasto farmacéutico y centrada en el medicamento como “una inversión en resultados en salud y un modelo colaborativo con todo el sector sanitario: profesionales, gestores, farmacias, distribuidores e industria farmacéutica. Los tres ejes restantes apuestan por ello por evaluar los resultados del uso de los medicamentos (incluyendo la posibilidad de incorporar los indicadores en los sistemas analíticos de farmacia y la mejora de la efectividad de los tratamientos a través del benchmarking); por mejorar su uso gracias a la corresponsabilización de los pacientes y por una mayor coordinación entre las políticas de prescripción y dispensación.
Ésta área oscila en torno a siete ejes: consolidar la e-receta como elemento integrador del sistema; implantar la interoperabilidad con el resto de autonomías; desarrollar políticas de optimización y selección eficiente del medicamento; incorporar en la receta electrónica los DH; potenciar la prescripción y la indicación enfermera; consolidar la función del farmacéutico como educador e información de medicamentos, potenciando la cartera de servicios incluida en el concierto y potenciar la atención farmacéutica en red.