Uno de los principales objetivos del Servicio Catalán de la salud (CatSalut) con respecto a políticas farmacéuticas es introducir y desarrollar medidas que contribuyan a mejorar la accesibilidad de los medicamentos y a fomentar su uso apropiado y seguro, contribuyendo así tanto a la calidad como a la sostenibilidad del sistema sanitario. Debatir y reflexionar sobre estas cuestiones fue el propósito del IV Task Force de Políticas Farmacéuticas Innovadoras para el acceso a y financiación de nuevos medicamentos, celebrado en Barcelona con expertos en este campo de Inglaterra y Holanda, que compartieron las experiencias desarrolladas en estos países.
Josep Maria Padrosa, director del CatSalut, destacó en la ceremonia de inauguración que el objetivo de la Generalitat de Cataluña es buscar un equilibrio entre el acceso a la innovación y la sostenibilidad del sistema de salud. En este contexto, afirmó que “la aparición de nuevos medicamentos de alto costo obliga a pensar en nuevas formas innovadores con respecto al acceso a y la financiación de estos medicamentos, una idea que ya está cubierto en el Plan de Salud de Cataluña”.
Iniciativas extranjeras
La presente edición del encuentro catalán sobre políticas farmacéuticas innovadoras contó con Chris Henshall, consultor independiente en el área de Salud e Investigación y profesor del grupo de Investigación de Economía de la Salud en la Universidad de Brunel (Londres), y con Martin van der Graaf, secretario del Consejo Asesor Científico de la Dirección de Seguridad en Salud de Holanda.
El primero explicó la historia del National Health Service (NHS) desde su creación, en 1948, el nacimiento y las funciones del Instituto Nacional de Excelencia Clínica (NICE), y los principales avances de la reciente reforma sanitaria británica, que ahora se centra precisamente en las políticas farmacéuticas. Henshall comentó que el próximo año tendría que entrar en vigor el sistema conocido como ‘precio basado en el valor’ (VBP), que determinará el precio y el reembolso de los nuevos medicamentos en base a su valor añadido: no sólo por su coste y su eficacia, sino también por su impacto social y económico.
Por su parte, Van der Graaf demostró las características del sistema de salud holandés, caracterizado por una financiación pública y una prestación de servicios privada, donde las compañías de seguros compiten para atraer a los contribuyentes.
Riesgo compartido
En el campo de políticas innovadoras para el acceso a y la financiación de nuevos medicamentos, en Cataluña hay varios programas de armonización farmacoterapéutica, algunos de muy reciente creación. Antoni Gilabert, gerente de Atención Farmacéutica del CatSalut, los define como un “círculo virtuoso” de tres pasos: el primero comienza nada más llegar una innovación. El CatSalut la evalúa, mira su valor añadido y su relación coste-efectividad y compara la información con las alternativas existentes para comprobar si es mejor que lo que ya hay disponible en el mercado. El segundo paso es medir los resultados y hacer un seguimiento de los tratamientos para conocer qué resultados están produciendo estos medicamentos. El tercer paso es la financiación, con la introducción de políticas de financiación innovadoras que permiten compartir la incertidumbre y el riesgo con el laboratorio fabricante.
Cuando de un nuevo medicamento muy caro se trata, la incertidumbre se presenta por el hecho de que no todos los pacientes responderán al tratamiento. “Lo que hacemos es compartir el riesgo con el laboratorio, de manera que la Administración aprueba un nuevo medicamento y garantiza el acceso, pero las dos partes comparten los riesgos mediante un acuerdo donde se determina que la financiación se basará en los resultados que se producen. Si los resultados son negativos, el costo del medicamento será menor que si los resultados son positivos”, explicó Gilabert.
Hace dos años que en Cataluña se firmó el primer acuerdo de riesgo compartido para un fármaco para tratar el cáncer de pulmón, el gefitinib. La experiencia, aplicada en primer lugar en el Instituto Catalán de Oncología (ICO), fue positiva y acabó por extenderse a todos los hospitales regionales que dependen de la ICO. Desde entonces y hasta ahora se han firmado tres acuerdos de riesgo compartido firmados más, para medicamentos para el cáncer de cerebro, la artritis reumatoide y una prueba de diagnóstico.
Según Gilabert, los resultados de esta iniciativa, por el momento, son muy buenos. “Al final, lo que queremos es dejar de hablar de gasto farmacéutico para hablar de inversión farmacéutica. Se trata de medir los resultados y buscar la retribución y la compensación de la innovación que hacen los laboratorios farmacéuticos a través de estos resultados”, manifestó.
Cataluña ha sido una comunidad autónoma pionera a la hora de poner en marcha estos programas de armonización farmacoterapéutica, una idea a la que otras regiones han dado la bienvenida y también han comenzado a aplicar. “De hecho – comentó Gilabert— incluso compartimos con otras comunidades los resultados de las evaluaciones. Además, con el Ministerio de Sanidad hemos liderado una iniciativa destinada a ver si esta armonización podría hacerse extensiva a todo el país”.
El consejero de Salud, Boi Ruiz, cerró la conferencia con un discurso en el que destacó que sin innovación no hay progreso. “Es incuestionable el imperativo de la innovación en general – dijo—, especialmente en el campo de la innovación farmacoterapéutica. Es indiscutible el acceso a fármacos innovadores que significan mejoras para la salud”.
Cataluña ha liderado con el ministerio una iniciativa para hacer extensivo a todo el país el riesgo compartido
Boi Ruiz: “Para nosotros es indiscutible el acceso a fármacos innovadores que mejoran la salud
de los ciudadanos”