José María López Alemany Director. División de Consultoría de Wecare-u. | viernes, 26 de septiembre de 2014 h |

¡Entra en la página de José María López Alemany en ElGlobal.net

También puedes seguir a José María López Alemany en twitter: @JoseMLAlemany

Hasta ahora, en muy pocas ocasiones el nombre de un medicamento innovador había llegado a ser habitual en los titulares de prensa generalista. Cuando en 1998 Pfizer se disponía a lanzar Viagra (sildenafilo DCI), la pastilla azul fue protagonista destacada de numerosas informaciones tanto en prensa como en radio o televisión. Se convirtió rápidamente en un best-seller mediático que, sin duda contribuyó a que también lo fuera en las oficinas de farmacia. No cabe duda de que el trastorno para el que estaba indicado Viagra hacía todavía más interesante conocer más sobre el rombo de la compañía americana. De este modo, además, la impotencia dejó paso a la disfunción eréctil y muchos pacientes pudieron enterarse de que eso que le pasaba no era algo normal, por la edad, sino que podía ser el síntoma de algún trastorno físico o psíquico grave. Con todo, el ruido mediático alrededor de Viagra tuvo un importante rol de información sanitaria sobre un asunto tabú hasta entonces y de complejo abordaje incluso ahora.

En los últimos meses, otros dos medicamentos han llegado de forma sistemática a las páginas de medios no especializados. Se trata de Varivax, la vacuna de la varicela de Sanofi Pasteur MSD, y Sovaldi (sofosbuvir DCI), el agente antivírico frente a la hepatitis C de Gilead. En ambos casos, la motivación del interés de los medios de comunicación ha sido muy diferente al caso del sildenafilo. Decisiones político-administrativas han tenido en vilo a muchos pacientes y ha llevado a los medios a hacer un seguimiento exhaustivo de ambos ‘casos’. También es cierto que las citas y el interés se ha centrado más en las patologías que en sí en los medicamentos, pudiendo llegar a existir incluso alarma social.

Pero no solo los medios se han visto llamados a abordar profusamente las noticias sobre estos fármacos o sus patologías. El Congreso de los Diputados tiene registradas 26 iniciativas de diferentes grupos políticos sobre hepatitis C (por diez durante la legislatura anterior) y 16 sobre varicela (cero durante el último gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero). Para que se hagan una idea, con todo lo que supone el cáncer, tiene 28 iniciativas presentadas durante la presente legislatura (34 en la anterior).

A la vista de todos estos datos, parece claro que toda la sociedad está concienciada con mantener un Sistema Nacional de Salud (SNS) de la mayor calidad posible. Eso no quiere decir, por supuesto, que el Ministerio de Sanidad tenga que aceptar cualquier precio que se le ponga por delante, pero lo que está claro es que la mentalidad y la información social sobre los medicamentos han cambiado.

Hace unos años nadie se enteraba, ni protestaba, si el último y mejor medicamento para algún tipo de cáncer llegaba a nuestro país con tres años de retraso. Por el contrario, si se desfinanciaba algún fármaco de uso común, el lío estaba asegurado. Hoy en día hemos vivido una desfinanciación bastante importante que ha pasado casi desapercibida en cuanto a sus protestas y, en contra, ha habido múltiples protestas, que seguirán hasta que se modifiquen las decisiones, por no poder acceder a la vacuna de la varicela en las farmacias o por no acceder al medicamento que cura la hepatitis, como ha sido bautizado en numerosos medios.

La semana pasada, cuando Ana Mato anunció que el Ministerio de Sanidad había alcanzado un acuerdo de financiación con Gilead sobre Sovaldi, apareció en todos los medios y en ubicaciones privilegiadas, Una situación que nunca antes, que yo recuerde, se había producido.

Por ese motivo, yo creo que algo ha cambiado ya en la sociedad. Lo que antes fue una anécdota impulsada por el morbillo, ahora es cada vez más interés real por la salud. Eso, que está muy bien, supone un plus de responsabilidad para la Administración que debe saber afrontar.