Algunas prácticas de la farmacia, así como los medicamentos en sí mismos, tienen un impacto negativo en el medio ambiente a través de las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación. Así lo expone la Federación Farmacéutica Internacional (FIP) en una nueva política, que amplía su declaración de 2016, en la que hace un llamamiento a la farmacia para luchar contra el cambio climático.
¿Y qué puede hacer la botica para fomentar la sostenibilidad ambiental? La FIP apunta a algunas recomendaciones concretas para realizar en los diferentes sectores de la profesión:
- Medidas de mitigación que incluyen la reducción de la contaminación farmacéutica y de la contribución al cambio climático.
- Medidas de adaptación que apoyan la salud de las personas y las sociedades afectadas por el cambio climático y las crisis ecológicas, en el momento actual y en el futuro. “El uso óptimo de los fármacos para la prevención y el tratamiento de enfermedades pueden mitigar la huella ambiental de la atención sanitaria evitando tratamientos y procedimientos innecesarios e ineficaces o con mayor emisión de carbono”, asegura la FIP en el documento. Además, añade, un acceso equitativo a los medicamentos y a los servicios farmacéuticos puede ser un “esfuerzo prioritario” a la hora de mejorar la sostenibilidad medioambiental.
“Los farmacéuticos tienen la responsabilidad ética de mitigar los riesgos climáticos y de contaminación para la salud en toda la cadena de suministro farmacéutico y en todo el espectro de la gestión de medicamentos. Por ejemplo, la gestión optimizada de medicamentos puede mitigar la huella ambiental de la atención médica dentro de una desprescripción clínicamente apropiada”, ha expuesto Shellyza Moledina Sajwani, copresidenta del comité de políticas de la FIP que desarrolló la declaración. “Sin embargo, la profesión ahora también debe abordar la adaptación climática para permitir la sostenibilidad de los servicios farmacéuticos en entornos que cambian rápidamente”, ha agregado.
Una visión más amplia
La declaración de la FIP de 2016 examinaba la importancia de reducir el impacto medioambiental en la farmacia y sus actividades a través de investigación, desarrollo, producción, distribución y dispensación de medicamentos. Una declaración con una serie de recomendaciones que han servido de base para ampliar el foco sobre esta problemática. Así, este 2023, la Federación ha ampliado el alcance de la sostenibilidad ambiental para incluir en todos los sectores farmacéuticos.
Este hecho era una “urgencia”, pues el último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) ha destacado la necesidad de tomar medidas inmediatas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr emisiones cero de dióxido de carbono en esta década para limitar el calentamiento global a 1,5°C o 2°C por encima de los niveles preindustriales.
De esta forma, el documento subraya los roles de los profesionales farmacéuticos, sus asociaciones, hospitales, industria, academia o salud pública, entre otros, para hacer frente al cambio climático con un listado clave de acciones.
Por ejemplo, para las asociaciones de farmacia, como “líderes de la profesión”, algunas de las sugerencias de la FIP son: reconocer la importancia del cambio climático, realizar recomendaciones de sostenibilidad ambiental para las boticas, educar acerca de la reducción de la contaminación farmacéutica, servir de guía a las farmacias sobre eventos climáticos extremos y preparación para desastres naturales o abogar por ampliar el papel de los farmacéuticos en la salud pública.
Por otro lado, para la farmacia hospitalaria, pide su colaboración con todos los equipos de salud y los pacientes y su participación en comités multidisciplinares cuando sea posible. Asimismo, la FIP insta a revisar el proceso de distribución y dispensación de medicamentos para evitar desperdicios o garantizar que la gestión del inventario pueda hacer frente a desafíos inesperados de escasez de medicamentos.
En el caso de la farmacia comunitaria, la Federación considera que los profesionales deberían informar a los pacientes de las mejores prácticas para el uso de medicamentos; reconocer cómo el incumplimiento de los regímenes prescritos deriva en el desperdicio de medicamentos e implementar estrategias para fomentar la adherencia; inscribirse en programas de reciclaje; considerar cambios que reduzcan la huella de carbono, como el uso de energías renovables o reemplazar las prescripciones en papel por el formato online; formarse para estar preparados frente a desastres naturales; asegurar el suministro; y realizar un seguimiento más exhaustivo y amplio de la medicación de pacientes de riesgo cuando se produzcan eventos de riesgo, como olas de calor o períodos de calidad del aire peligrosos.