Por Nerea Escudero, farmacéutica colaboradora de Farmamundi.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se fomenta el uso racional del medicamento (URM) cuando “los pacientes reciben la medicación adecuada, tanto en su indicación como en su forma farmacéutica, a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales, durante un período de tiempo adecuado y al menor coste posible para ellos y para la comunidad”.
Este proceso, comprende la prescripción apropiada, la disponibilidad oportuna de medicamentos eficaces, seguros y de calidad comprobada, y vela por alcanzar la mejor relación costo-beneficio, en condiciones de conservación, almacenamiento, dispensación y administración.
Las prácticas de medicación poco seguras y los errores de medicación son una de las principales fuentes de lesiones y daños evitables en los sistemas de atención de la salud a nivel mundial.
Un claro ejemplo de estas malas praxis, se pudo observar en la reciente pandemia sufrida por COVID-19. Debido a los periodos de cuarentena y al estrés que sufrieron los diferentes sistemas de salud en todos los países, se observaron ciertos cambios de comportamiento en la población, uno de ellos el de la automedicación con antibióticos, agravando el ya creciente problema de la resistencia a los antimicrobianos.
La OMS cuantifica los daños causados por la medicación en un 50 por ciento del total de los daños evitables en la atención médica. Si se evitan los errores de medicación, pueden ahorrarse 42.000 millones de dólares del gasto sanitario total en todo el mundo.
En entornos de atención sanitaria, la seguridad del paciente genera preocupación en el ámbito de la salud pública mundial.
URM en El Salvador
El Salvador, un país en el que la ONG Farmamundi trabaja desde hace 20 años en alianza con otras asociaciones y el Ministerio de Salud para mejorar algunos aspectos más frágiles de su sistema sanitario como consecuencia de causas estructurales tales como la pobreza, desigualdad y exclusión social. Hace tan solo una década, los problemas de disponibilidad y acceso de medicamentos para la población más vulnerable, eran muy graves. El país contaba con los precios más altos del mundo, con desabastecimientos de un 50 por ciento y con una capacidad de pago para comprar tratamientos pautados por la OMS, de las más bajas del mundo.
Ante esta situación problemática, el gobierno aprobó en el año 2012 una ley de medicamentos, creando un marco normativo que garantizase el derecho efectivo a la salud. Desde entonces, se han reducido notablemente los problemas de desabastecimiento, y se han implementado mejoras en el control de los precios. No obstante, aún siguen existiendo prioridades sanitarias clave en el sector farmacéutico del país.
Hoy en día, la desinformación que existe en el ámbito sanitario, incrementa las cifras de la automedicación, sobre todo en las personas más vulnerables. Añadido a esto el gasto en medicamentos anual, es fundamentalmente privado, y sin prescripción médica. Por otro lado, las cifras más altas de consumo, no se corresponden con el perfil epidemiológico del país. Todos estos indicadores, determinan que acotar el uso irracional de medicamentos es una prioridad sanitaria ineludible en El Salvador.
Es preciso establecer una hoja de ruta capaz de implementar diferentes medidas diseñadas para alcanzar este reto en la política nacional farmacéutica. Se precisa un uso racional y razonado de los medicamentos, que prescriba cuando realmente es necesario, sobre las bases de la farmacología sin recurrir a pautas fijas, y siempre implicando al paciente para lograr la adherencia al tratamiento.
Farmacovigilancia en el Salvador
Pero además de alcanzar el objetivo central promocionando el uso racional de los medicamentos, debemos incidir en incrementar las garantías de seguridad y eficacia de los mismos, aplicando de manera efectiva las actividades de farmacovigilancia (FV), como apunta Carlos Berrios, médico y experto en FV, asesor técnico en salud de Farmamundi en El Salvador.
Esta ciencia, emerge tras graves catástrofes ocurridas a lo largo de la historia de la medicina, que han propulsado la implantación de los sistemas de FV tanto a nivel regional como internacional, minimizando los riesgos inherentes que todo fármaco tiene para la salud, y permitiendo mejorar la calidad de vida del paciente.
Cuando un medicamento es liberado por la industria farmacéutica, para someterse a un proceso de registro ante una autoridad sanitaria, debe contar por lo menos con estudios clínicos en fase I, II, y III, los cuales pretenden evaluar la calidad, la eficacia, y la seguridad del mismo. Sin embargo, estos estudios aportan unos resultados limitados, ya que el número de pacientes a los que se exponen es muy restringido. Es fundamental que, una vez comercializado el medicamento, se continúe evaluando el perfil de seguridad a fondo, en lo que denomina fase IV de post comercialización, logrando alcanzar un balance beneficio-riesgo favorable.
La implementación de las diferentes actividades de FV persigue la detección, evaluación, comprensión y prevención de los efectos adversos de los medicamentos, o cualquier otro problema de salud relacionado con ellos, desde que se autorizan y hasta que se retiran del mercado o se interrumpe su producción. El alcance de esta ciencia abarca la identificación de los errores de medicación, medicamentos falsificados, eficacia de los productos, mal uso o abuso de estos, interacción con otros fármacos, entre otros, incidiendo en un aspecto clave como es el uso racional de los mismos.
Mediante el Acuerdo N° 1690 Norma Técnica de FV, de julio 2022, El Salvador ha establecido las disposiciones para la organización y operación de los procesos técnicos y administrativos relacionados a la FV de productos farmacéuticos, productos naturales, suplementos vitamínicos, vacunas, homeopáticos y donativos de los antes mencionados fabricados, importados, exportados, comercializados, distribuidos y dispensados en el territorio nacional.
Finalmente podemos concluir que la obligatoriedad de cumplimiento para la industria farmacéutica en materia de FV, no debe entenderse como una medida punitiva, sino como una garantía de protección tanto para población salvadoreña como para las compañías farmacéuticas.
Pero, además, la responsabilidad de la FV debe ser compartida por todos los actores que participen en el ciclo de vida del medicamento implicando también a los importadores, distribuidores, las autoridades sanitarias, los profesionales sanitarios y los propios pacientes.
Las RAM (reacciones adversas a medicamentos) constituyen un problema de salud pública debido a sus consecuencias médicas, sociales y económicas, que requieren de un abordaje multidisciplinar. Es fundamental concienciar a todos los implicados, para promover la seguridad del paciente, y garantizar la protección en el uso racional de los medicamentos.
Acciones en El Salvador
Junto a la Asociación Salvadoreña Promotora de la Salud (ASPS), y el Ministerio de Salud de El Salvador (MINSAL), Farmamundi desarrolla varias iniciativas de mejora de la salud pública que centran su intervención en 44 municipios de los departamentos de Morazán y La Unión.
El marco del programa, comprende estrategias y desarrollosencaminados a mejorar la gestión de la FV, y el URM.La población diana se centra fundamentalmente en los colectivos de atención preferente (mujeres en edad fértil y niños y niñas < de 5 años).
Según Carlos Berrios, es importante incidir y explorar las estrategias, capaces de afrontar y salvaguardar la salud integral con énfasis en grupos priorizados por el sistema de salud, en situación de vulnerabilidad social.
Y es qué en determinados ámbitos sociales, pueden realizarse misiones capaces de mejorar la salud física y nutricional de niños/as, y sus indicadores generales de salud y sociales, pero no se logra impactar en la salud mental ni sexual y reproductiva (SSR) de estas poblaciones tan frágiles.
El desafío al que se encuentra El Salvador, en su camino hacia la cobertura universal de salud, requiere un esfuerzo superlativo, en un escenario internacional complicado.
Acciones a nivel mundial
Desde la OMS, e instituciones sanitarias de todo el mundo, se aúnan esfuerzos para desarrollar proyectos encaminados a sensibilizar sobre la notificación de RAM. Cabe nombrar entre las iniciativas internacionales el proyecto #MedSafetyWeek, del Uppsala Monitoring Centre (UMC), en el que participan más de 88 países de todo el mundo, y la Coalición Internacional de Autoridades Reguladores de Medicamentos (en inglés, ICMRA). Durante la octava edición de esta campaña, celebrada en noviembre 2023, se ha llevado a cabo una campaña en las redes sociales que pretende generar conciencia sobre RAM.
Estrategias y desafíos para avanzar en la protección de la salud pública
A nivel de desarrollo global, se han producido simultáneamente una serie de hitos en el mundo que complican el panorama sanitario actual.
El periodo post pandemia, la menor estabilidad y seguridad internacional debido a los actuales conflictos bélicos, así como la adaptación de los sistemas de salud al cambio climático, convergen en estancar o incluso contraer los presupuestos de gasto sanitario, sobre todo en países pobres.
Todas las regiones desarrolladas deben ayudar aquellas menos favorecidas, por razones éticas, morales e históricas. Pero además, para lograr el progreso en la protección de la salud pública, no podemos olvidar que existen múltiples razones utilitarias fundamentales, que justifican la importancia de destinar recursos importantes a estas colaboraciones. Vivimos en un mundo interconectado, donde las enfermedades de transmisión no entienden de fronteras. Es imprescindible invertir en reforzar los sistemas sanitarios frágiles, para evitar futuras pandemias y crisis sanitarias, que impidan volver a poner de rodillas a la economía mundial.
Concretamente, es necesario corregir los contextos que debilitan los sistemas, invirtiendo el dinero disponible, y coordinando mejor que nunca las inversiones, para evitar fragmentaciones. En definitiva, proteger la salud desde estrategias complementarias, que redunden en sistemas sanitarios más resilientes.
Desde Farmamundi se trabaja reivindicando una colaboración más sólida y sostenible, donde se prioricen las alianzas y retos tanto públicas como privadas, para lograr una cooperación trasformadora y solidaria.