En el año 1725, Andrés Jimeno dio vida a la Farmacia Jimeno, ubicada en Peñaranda de Duero (Burgos), la más antigua de España. Esta reliquia, que fue declarada bien de interés cultural en 2007, en la actualidad está regentada por Maria José Jimeno, aunque, por ella, han pasado ya ocho generaciones de farmacéuticos de la familia Jimeno. El tiempo no parece pasar en el interior de la botica, que conserva la estética de la época. Desde botes de cerámica (en los que antes había polvo de mostaza, quina de Loja o canela de Ceylán) hasta frascos de vidrio soplado de todo tipo de formas y tamaños que contenían bálsamos, drogas y aceites se encuentran en el interior de sus dependencias.
En las paredes de la emblemática botica también se encuentran colgadas astas de venado que antiguamente se empleaban como antidiarreicos, además de otros objetos entre los que destacan hornillos, pildoreros, morteros, recetarios, tratados antiguos… Otro de sus grandes tesoros es la colección de libros de medicina y farmacología que guardan algunos de los secretos mejor conservados de los médicos y farmacéuticos de diferentes épocas.
Para poder conocer bien la historia de esta botica, EG se ha puesto en contacto con María José Jimeno, encargada de regentarla. Según declara, para ella, llevar las riendas de esta botica histórica que pertenece a su familia es “todo un orgullo”. “He sido una privilegiada, tengo mucha suerte de conocer la historia de mi familia y de mi profesión como muy pocas personas pueden conocerla”, afirma.
“He sido una privilegiada, tengo mucha suerte de conocer la historia de mi familia y de mi profesión como muy pocas personas pueden conocerla”
De hecho, haciendo un repaso por la evolución de la Farmacia, recalca que tanto la Farmacia como la Sanidad evolucionan “una barbaridad”. En esta línea, prosigue incidiendo en que “no tiene nada que ver el tipo de trabajo que se hacía en esta farmacia, al que se hace ahora, en cuanto a la relación con el paciente”.
Además, hace hincapié que esto depende mucho del enfoque que el profesional le quiera dar. “Aquí seguimos haciendo atención farmacéutica, tenemos una relación muy cercana con el paciente, no es una relación en absoluto comercial”, enfatiza. Asimismo, esta peculiar botica también se caracteriza por la cantidad de sartenes, ollas y cazos de metal que cuelgan de sus paredes o por los motivos geométricos de sus suelos, que aún se conservan.
Un símbolo de la farmacología española
Gracias a todos estos aspectos, la Farmacia Jimeno ya se ha convertido en todo un símbolo de la farmacología española y, a su vez, en un reclamo para visitar el pueblo de Peñaranda de Duero. Tanto curiosos turistas como profesionales del sector se acercan, a diario, a las inmediaciones de esta botica para conocerla de primera mano.
Al respecto, Jimeno afirma que esta “popularidad” tiene sus luces y sus sombras, ya que la oficina de farmacia, al fin y al cabo, no es un museo; actualmente continúa prestando servicio a los pacientes del pueblo. “Es bonito, pero también siempre le pido a las personas que vienen a curiosear que entiendan y respeten nuestro trabajo, que a veces no es así”, señala. “A lo mejor estás atendiendo a tus pacientes y se te meten 20 personas, con la exigencia de que quieren ver la botica”, lamenta. Sin embargo, resalta que también está el caso contrario en el que “la gente es muy agradecida y entiende que estás ocupado desempeñando tu trabajo”.
Enseñar el oficio a los nuevos farmacéuticos
En la actualidad, los nuevos farmacéuticos tienden a optar por otras salidas profesionales alternativas a la Farmacia Comunitaria, un problema que salpica, de lleno, al ámbito rural. Para paliar esta situación, Jimeno asegura que la clave reside en enseñarles el oficio desde dentro. De hecho, hace alusión a que recuerda, con mucho cariño, que uno de los farmacéuticos que tuvo contratados, cuando se tuvo que ir por razones personales, le dijo: ‘Gracias por volver a hacer que me guste mi profesión’. “A veces el problema es el desconocimiento del oficio, piensan que es otra cosa, pero hay que entrar dentro de la farmacia, tienen que ver cómo se trabaja y se les tiene que enseñar”, insiste.
“A veces el problema es el desconocimiento del oficio”
Además, hace referencia a que los jóvenes farmacéuticos tienen la oportunidad de hacer las prácticas tuteladas en las oficinas de farmacia, “que las hagan aquí porque es bonito”. En esta línea, alega que desempeñar la labor profesional en el entorno rural, además, tienen un encanto especial añadido porque “eres un referente de confianza para esa pequeña población”.
Revalorizar la profesión en el entorno rural
Por otro lado, en cuanto al futuro de la farmacia rural Jimeno insiste en que “si no se le apoya, el futuro es negro”. “Se debe reconocer el trabajo que hacemos los farmacéuticos del entorno rural”, reivindica. A nivel general, también incide en que “se debe valorar la atención farmacéutica y se debe compensar, porque hacemos muchas cosas de forma altruista”.
“Si no se apoya a la farmacia rural, el futura es negro”
Con respecto al futuro que le augura a la botica de los Jimeno, la actual regente indica que ningún miembro de la familia ha afirmado que quiera continuar con la tradición y haya expresado ya una vocación para que esta botica, que ya forma parte de la historia de la farmacología, no se pierda. “Cuando llegue el momento cada uno elegirá. Una cosa es la vocación, otra la tradición y otra, muy distinta, ganarte la vida”, garantiza.
Para Jimeno la mejor recompensa de este oficio es cuando los pacientes acuden a posteriori a la botica a agradecerle la atención recibida. “Para mi que te den las gracias es uno de los mejores regalos que te puede hacer esta profesión”, concluye.