Para 2022 se estima que los fármacos oncológicos alcanzarán el 16,3 por ciento del total del mercado farmacéutico, superando los 190.000 millones de dólares, según el último informe publicado por la consultora Evaluate Pharma. Con estas cifras sobre la mesa se hace esencial trabajar de forma conjunta para favorecer el acceso a las nuevas terapias oncológicas, cada vez más precisas, pero también costosas. En este contexto, los medicamentos biosimilares se presentan como una oportunidad clara de cara a mejorar el acceso a estos medicamentos, a la vez que se trabaja en fomentar la sostenibilidad de los sistemas. Precisamente este es un papel, el de fomentar la sostenibilidad, que los oncólogos tienen claramente identificado, tal y como se puso de manifiesto durante el último congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) celebrado en Madrid.
De hecho, the Biosimilar Medicines Group de la patronal europea Medicines for Europe organizó en el congreso un encuentro bajo el título “Biosimilars for Oncologists: what you need to know”, con el objetivo de que los oncólogos se familiaricen con las opciones de tratamiento disponibles. El director general de la patronal, Adrian van den Hoven, aseguró que “los medicamentos biosimilares son un cambio real para mejorar la atención sanitaria”. Desde su punto de vista, estos pueden “transformar la atención oncológica, priorizando un mayor e igual acceso de los pacientes al tratamiento de los medicamentos biológicos, la atención de apoyo y otros servicios de salud necesarios “.
Por su parte, el presidente electo de ESMO, Josep Tabernero, aseguró que los biosimilares jugarán un papel fundamental para favorecer el acceso a tratamientos oncológicos. “Los biosimilares han llegado para quedarse y es una alternativa terapéutica que va a favorecer la accesibilidad y como sociedad debemos promover la educación, tanto entre los propios clínicos, como entre los pacientes”, explicó. Desde su punto de vista, es necesario “interaccionar con las autoridades regulatorias para asegurar que tanto el proceso de investigación y desarrollo sea el adecuado, como que el proceso de aprobación se realice de forma correcta”.
Rosa Giuliani, oncóloga del Hospital S. Camillo-Forlanini Hospital de Rome realizó una intervención en la que puso sobre la mesa el posicionamiento de la sociedad científica europea en torno a estos medicamentos. En este sentido, aseguró que el objetivo de estos fármacos no es otro que el de “aumentar el acceso, reducir los costes y contribuir a la sostenibilidad de los sistemas sanitarios”. Por ello, la experta puso el foco ante la “necesidad de establecer una interacción entre todos los agentes para asegrurar una implementación exitosa de los biosimilares en la práctica clínica”. Además, llamó la atención ante la necesidad de fomentar la formación de los profesionales y de los pacientes en este campo.
El pasado mes de marzo, la Comisión Europea aprobaba el primer biosimilar oncológico Truxima (rituximab), de Celltrion Healthcare y cuyo biológico de referencia es MabThera, de Roche, para las mismas indicaciones: linfoma no-Hodgkin, leucemia linfocítica crónica, artritis reumatoide, poliangitis granulomatosa y poliangitis microscópica. Además, los también biosimilares de rituximab Riximyo y Rixathon, de Sandoz, tienen el visto bueno de las autoridades europeas.
Amgen Allergan, Pfizer, Boehringer o Mylan son algunos de los laboratorios que trabajan en el desarrollo de bevacizumab (biosimilar de Avastin, de Roche, para cáncer de ovario). De hecho, Amgen- Allergan presentaron su solicitud de autorización el 2 de diciembre. Trastuzumab, (Herceptin), de Roche para cáncer de mama, también se encuentra con varios biosimilares en desarrollo. Amgen, Pfizer, Stada, Mylan y Celltrion son algunos de los laboratorios que buscan lanzar este al mercado. De hecho, a finales de agosto Mylan presentó el primer registro en la EMA.
Y es que el crecimiento de este mercado será significativo. El último informe publicado por Markets and Markets apunta a un incremento medio anual de este segmento del 26,3 por ciento hasta 2021. En total, los biosimilares oncológicos podrían alcanzar los 10.900 millones de dólares.
Medicines for Europe organizó un encuentro en el marco del congreso europea
de oncología médica
El presidente electo de ESMO insistió en la necesidad de potenciar la educación de los pacientes en este campo
Posicionamiento de la ESMO
A principios de año, la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) publicaba su posicionamiento en el que se refería a los biosimilares como una “excelente oportunidad” para contribuir a la sostenibilidad de los sistemas. Según la la sociedad científica, la máxima seguridad y eficacia en el empleo de estos fármacos es una “responsabilidad compartida”, y clave, que toca tanto a los fabricantes como a las agencias reguladoras. En su posicionamiento, indica que se espera que la reducción en los precios de los medicamentos con versiones biosimilares oscile entre el 20 y el 40 por ciento, con ahorros potenciales de 50.000 a 100.000 millones de euros en 2020. La sociedad declara en su manifiesto que la información obtenida en ensayos clínicos sobre un biosimilar, incluyendo los detalles del plan de farmacovigilancia relevante en cada caso, deben reflejarse en el prospecto para que los médicos tengan acceso a ella con facilidad. De esa forma, los facultativos podrán saber qué población de pacientes se incluyó en los estudios y cuáles son las variables de sensibilidad empleadas para la indicación específica. También debería incluir la designación del medicamento original, tal como la EMA y la agencia norteamericana del medicamento (FDA) han recomendado. Sobre intercambiabilidad, cambio de tratamiento y sustitución automática, la ESMO indica que la decisión de cambiar de tratamiento debería ser del médico, y llevarse a cabo tras “una comprensión de la información exhaustiva del producto”, a la que debería seguir la comunicación de tal decisión al paciente y una monitorización estrecha en todo momento.La sustitución automática, dice la organización, “que puede ser práctica en el caso de los genéricos, debería por tanto evitarse en el campo de los biosimilares”.